Como aficionados podemos sentar dos posturas ante este nuevo proceso de Selección. La primera que tiene que ver con la confianza que tenemos que depositar en Roca y los suyos, en creer en este nuevo puñado de jugadores que recién comienzan a defender la camiseta de la Selecta después de un largo período de inactividad, esa confianza rota y desquebrajada que tiraron a la basura los amañadores o “vendepatria” como les dijo el ex técnico Rubén Israel. ¿Confiar en qué? ¿En que poco a poco el sello distintivo de juego será tatuado en la piel de los jugadores, en que Roca implementará su idea táctica a cabalidad y que los jugadores se acoplarán y desenvolverán con dribles y remates de larga distancia como manda el libreto técnico?
El tiempo lo desenvuelve todo, y quizá, a fuerza de ser sinceros, es lo menos que podemos darle a los jugadores y cuerpo técnico que se han hecho cargo de la dificilísima tarea de devolver la ilusión a la afición. Debemos reconocer que han sido valientes, a pesar de saberse que el amorío selección-afición no transitaba por un camino de rosas, han salido todos a dar la cara y a intentar abonar nuevamente una relación perdida. Tal vez Roca necesite tiempo para armar el esqueleto que desea, para dotar al equipo de una identidad, algo que hemos visto ante Colombia pero que ante Ecuador no duró más que 15 minutos, precisamente después de haber recibido el primer gol y quizá el punch de desánimo a una Selección que nuevamente remaba contracorriente.
Tal vez, los jugadores necesitan ser menos abucheados y criticados, quizá como aficionados estamos dolidos y molestos de tragarnos día si y día también las mismas promesas de las mismas personas, federativos, técnicos y quizá incluso de los mismos jugadores. Pero también, quizá seamos nosotros los que debemos llenarnos de paciencia y esperar que esta nueva siembra de frutos.
Por otra parte, la otra postura es la exigencia de resultados y de un plan de trabajo serio. El Proyecto Azúl es quizá la base de una nueva forma de hacer las cosas, para bien o para mal, las líneas de trabajo allí establecidas pueden ser la luz en el camino de sombras por el que tantas veces caminamos -y seguimos haciéndolo-, tampoco puede verse como una varita mágica que de la noche a la mañana nos dará una clasificación a un Mundial, que es la meta de este proyecto, pero nunca está de más apoyarse en ideas frescas y diferentes.
La exigencia de resultados va de la mano del trabajo que los seleccionados y seleccionadores desarrollen, no podríamos como aficionados dejar de pedir resultados a este proceso, jugadores y cuerpo técnico lo saben, la meta siempre será la victoria, y en ese sentido, debemos exigir a los federativos y a todos los implicados en el proceso Selección, el compromiso de hacer bien las cosas, de dejar de caminar cada quien por su lado e improvisar cuando sea el momento de competir, es momento de fomentar bases, esa historia que se sigue repitiendo desde que tengo uso de razón y que hasta hoy sigue ausente. Así, poco a poco, será más fácil que los resultados lleguen por cuenta propia.