El nuevo Barça, el de Luis Enrique, se estrenó en Liga ante el Elche, con la malograda suerte que el Jefecito Mascherano dejarìa el equipo con uno menos durante toda la segunda mitad.
“No Messi, no party”. Messi regresó y demostró que está para más y que su depresión del año pasado ha quedado en el olvido. Marcó un doblete para guiar a su equipo a una cómoda victoria. Acompañado en punta por Munir y Rafinha, ambos tuvieron las mejores, salvo Munir que anotaría un tanto, que permitiría al Barça ampliar una cómoda ventaja que se veía peligrar con la expulsión del Jefecito.
Decía Luis Enrique en la previa que “en ilusión no le gana nadie a este equipo” y fue precisamente eso, lo que transmitió este nuevo Barça, las ganas perdidas, el deseo por volver al sitio perdido y recuperar el tiempo y los títulos –sobre todo- que es al final la meta en cada temporada.
Probaron suerte Munir e Iniesta, ambos estremecieron la meta visitante. Sería Messi el encargado de abrir la lata a los 42, tras un robo de Busquets, y mucho más precisa su asistencia al argentino que se revolvió en la frontal para marcar el primero. Poco le duraría la celebración, pues en la jugada siguiente Busquets cometería un error que dejaría solo a un delantero del Elche, y Mascherano lo cruzaría para evitar el gol pero se marcharía temprano a las duchas.
Lo recompuso Lucho, sacando a Rafinha y dando entrada a Bartra para reforzar la defensa, pero de poco serviría ya que en la primera jugada de la segunda mitad Rakitic se sacó una asistencia a la espalda de los defensas que definiría Munir al 46’ para ampliar la ventaja. Era el 2-0 y todo parecía que la noche sería más placentera incluso con un jugador menos.
Sería Messi el encargado de poner el último clavo en el ataúd del Elche, ya que amague tras amague, encontraría por fin un espacio para poder colocar el balón nuevamente en la red y anotar su segundo de la noche. El argentino ha vuelto, y con él la alegría a un equipo desalmado y sin sabor.
Ahora, este Barça ilusiona y aunque solamente se haya jugado un encuentro, las ganas y el deseo se notan a una plantilla conjurada en volver a sus orígenes y retornar al sitio que ellos mismos se dejaron ganar.