Con el tiempo, la rutina y la monotonía son el pan de cada día y a medida el tiempo avanza, envejecemos y nuestros cuerpos se oxidan, el reloj se convierte en nuestro peor enemigo.
El trabajo y la apretada agenda nos impide tener tiempo de calidad con nuestras familias, ya no disfrutamos de un buen programa de TV junto a nuestr@s espos@s e hij@s, y mucho menos se hable de una comida en el comedor de la casa, cada quien en su mundo y en su espacio parece la mejor forma.
Las palabras escritas no son más que un recuerdo, las viejas cartas quedaron atrás y el cartero hace mucho dejó su empleo porque fue sustituido por la grandiosa tecnología.
La comunicación ya dejó de ser “face to face”, ahora la distancia es sinónimo de mejor comunicación, el MSN, los mensajes de texto, las webcam´s, sustituyen lo que en un tiempo fue la mejor forma de comunicarse, ahora te acercas en la noche a tu pareja o al grupo de amigos y la fluidez verbal entre ellos se torna en un silencio eterno.
En la calle las personas han perdido el sentido común y el respeto hacia el derecho ajeno, los insultos y palabras soeces están a la orden del día, ya nadie te cede el paso si caminas o quieres cruzarte la calle, “voy tarde al trabajo”, “no tengo su tiempo”, son nuestras excusas.
En la TV, la violencia y el sexo aumentan el “rating” pero no la cultura y el entretenimiento que se busca, lo más rentable es la sangre, los golpes y las patadas, todo lo demás aburre.
La música es peor cada día, bombardeados dia y noche por música sin sentido, el cantarle al sexo, a una mujer infiel y a un hombre promiscuo es lo que más vende, y las posiciones sexuales y mujeres encueradas en un videoclip gana más premios que una canción que llame al cuidado de nuestro planeta.
Comprar el último teléfono es la mejor moda, y el vestirse opuestamente al sexo natural, representa lo más atractivo entre los jóvenes de hoy, hombres con cabello de mujer y mujeres con ropa de hombres es lo más “cool”.
Que si las cosas cambian? Si, pero la conciencia humana y la sensibilidad deberían prevalecer ante el consumismo materialista que nos inyectan en cada momento.
Cada quién es libre de pensar y actuar como le de la gana, según su escala de valores, pero dejarse arrastrar por los estilos de vida materialistas y superficiales en éstos días, parece ser, lamentablemente la decisión más acertada.
Ahora pienso que en verdad, algunas cosas no deberían ser así, si las cosas cambian, que cambien, pero las personas no deberíamos ser como las palmeras, hacia donde nos lleva el viento.