Llegar a semifinales vía repechaje, dejar eliminado al superlider en semis y perder la final en la ruleta de los penaltis, resulta tan contrastante, incoherente e injusto, pero Dragón debe estar orgulloso del torneo realizado.
El fútbol no es de merecimientos -lamentablemente para Dragón -, equipo que se ganó a pulso y en base al esfuerzo, llegar a una final, superando paso a paso cada obstáculo, desafortunadamente para sus intereses, no pudo ser, y no pudo levantar su tercera corona en el fútbol nacional.
Creo que para el cuadro mitológico debería ser reconfortante, saberse que lograron lo que fue durante gran parte del torneo, tan sólo un sueño loco, pero que los resultados y las ganas, poco a poco fueron dando la pauta que imposible, tan sólo es la palabra. Dragón demostró que en el fútbol no hay nada escrito y bastó únicamente un penal para quedarse con el sueño de ser campeones.
La lección para este grupo debería ser aprendida y motivarles a intentarlo nuevamente el próximo torneo, pues, gana solamente quien aprende de la derrota. Ancheta y este joven grupo de jugadores dieron la nota de frescura al torneo, con fútbol alegre, pero sobre todo, porque pusieron el coraje y la vida misma en cada partido para allanar más la ruta hacia la copa. Me parece que el aficionado al fútbol, pero mucho más, el aficionado mitológico de corazón tiene mucho que admirar a este equipo, por el que nadie daba una oportunidad, pero que estuvo tan cerca de ser campeón, aunque al final se quedó tan lejos.
Meritorio es, por el trabajo y la garra que pusieron, en el deseo que los hombres -y no los nombres- tuvieron en la cancha para lograr el objetivo, la clave pasa en la continuidad de este grupo, desafortunadamente Ancheta ya no seguirá con el equipo, pero quien sea que llegue tiene ante si, un enorme reto, mantener y motivar al grupo para llegar más lejos, lograr no sólo llegar a la final, sino intentar ganarla. Dragón tiene equipo para darle lucha a los grandes, adormecidos en los últimos torneos.