Águila nos ha dejado a todos con la garganta seca. De nada sirve que la afición se vuelque a su favor y de la misma directiva para defender lo ganado en la cancha y perdido en una mesa, y por si fuera poco, también es una falta de respeto a la gente que llegó al Barraza para alentar al equipo en lo que se suponía debió haber sido el vagón de la salvación para quedarse sin el sufrimiento que infligía jugarse la categoría en la última jornada.
No se puede defender lo indefendible, pero cierto es que Águila ha dado tumbos durante casi 2 años y aún es incomprensible cómo se ha llegado a estas instancias en las que estamos a un partido de terminar en la miseria o de permanecer en primera división.
Fuera de todo, ante Marte presentó una de sus peores facetas, la de un equipo sin orden, sin dirección, sin ideas, sin mostrar el coraje y el orgullo de saber que se está jugando algo más importante que un miserable partido por buscar la clasificación, esa misma que dijo el técnico que era el objetivo, ahora, se ha convertido en un verdadero calvario, cuya corona de espinas podrá adjudicarse este próximo fin de semana si no se consigue al menos un punto ante la UES, de lo contrario, perdiendo y ganando el Firpo habría desempate para definir el descendido.
Nefasto, así de simple, poco se puede decir cuando no hay lucha, cuando no se tiene la convicción ni el amor propio para poner punto final al sufrimiento.
Águila deberá seguir sufriendo, la afición también, y todo se decidirá en la última jornada, si, la celebración a semis llegó muy con tiempo y sin haberse jugado todas las cartas, ahora, este es el resultado de abrir la boca antes de ganar los puntos. Olvidémonos ya de la resolución de la vergüenza, es momento de jugarse la categoría, es matar o morir. Ante la UES es la única final que nos queda.