Contrario a la lógica de que “Equipo que gana no se toca”, la Junta Directiva de Águila optó por destituir a Edwin Portillo, después de haber vuelto a la victoria el fin de semana anterior ante Santa Tecla, y en la previa de enfrentar una de sus peores pesadillas en los últimos torneos, Metapán.
Muy ajeno a las razones que sean, y aunque en un primer momento, se argumentan los malos resultados para justificar su destitución, lo cierto es que cambiar técnico cuando faltan 8 jornadas por disputarse, puede ser un suicidio o puede también ser una motivación y es algo que solamente el tiempo y los resultados confirmarán.
La salida de Portillo, no solo cae como balde de agua fría, por la delicada situación que atraviesa el negronaranja, coqueteando con el descenso y disputarse la permanencia con UES y Firpo, sino que revive los fantasmas de la falta de continuidad a los proyectos instaurados por las directiva emplumadas y que no han llegado a buen término.
Cierto es, que Águila no ha respondido a las expectativas, ni a la afición y obviamente tampoco a la directiva, pero cabe hacerse la pregunta: ¿el cambio detécnico es ideal a estas alturas del torneo, es lo más saludable para jugadores y demás cuerpo técnico? Su servidor desconoce la respuesta, pero a vista de los antecedentes con decisiones desesperadas que le acompañan, el panorama se me antoja más oscuro y pesimista.
Parte de esa respuesta podrá confirmarse a partir del resultado del encuentro ante Metapán, precisamente donde se esperaba que la mano de Portillo se hiciera notar, teniendo en cuenta su experiencia como ex timonel del calero, ahora, que habría sucedido en ese encuentro, jamás lo sabremos.
Por ahora solo resta esperar que la decisión de la junta directiva sea lo mejor que hayan decidido, que mis palabras caigan en saco roto y que Águila salga del abismo en que se encuentra. Ojalá y que el cambio de técnico no afecte lo futbolístico, Águila no necesita más inestabilidad en estos momentos.
