Para cualquiera amante del buen fútbol, se alejará de alegatos estériles o de conspiraciones arbitrales y se enfocará en el gran espectáculo que el último clásico nos brindó. Digno de las expectativas y congruente con lo que se espera cuando en la cancha se juntan 22 jugadores de los mejores que se pueden encontrar en la actualidad, de los cuales se enfrentaron en especial, los 2 mejores del mundo, Messi y Cristiano, Cristiano y Messi.
El libreto comenzó a producirse con el Barcelona -que según muchos- terminaría sepultado en Chamartín, como en aquel fatídico día del pasillo, goleada y el fin de una era, la de Rijkaard, la última derrota del equipo que después haría del Bernabéu, uno de los mejores y favoritos escenarios para imponer sus condiciones y desplegar su poderío y superioridad cuando Guardiola se sentó en el banquillo.
Martino, querido por muchos pero deseado por otros para dar un paso al costado, para esperar una debacle de proporciones apocalípticas, para dar por sentadas las teorías del fin de ciclo, para anunciar a los cuatro vientos la jubilación de un puñado de jugadores que cambiaron la historia, y sentaron un precedente que demostró al mundo que aún jugando mágicamente es posible ganar. El técnico argentino se tituló como maestro y dejó en entredicho a todo aquel que agazapado a sus espaldas esperaba que corriera la sangre azulgrana para pedir el relevo en el banquillo.
El Barcelona no acusó la diferencia en la tabla, tampoco le afectó la notable mejoría del conjunto blanco, que nuevamente quedó retratado como un equipo que se engrandece con los chicos pero que naufraga con los grandes y poderosos. El cuadro azulgrana echó al trasto las profecías de su fin y eclipsó al Real Madrid, en su cancha, ante su gente y lo dejó con el cuchillo en su vaina, imposibilitado, frustrado, y haciendo gala de las quejas contra los árbitros como ya es habitual.
El arbitraje falló parejo para ambos lados, pero en la cancha las cosas se sucedieron para uno y para otro en posibilidades iguales de poder hacerse con la victoria, la polémica como viene siendo costumbre quedó servida, pero de muy poco sirve si con el balón en los pies has sido incapaz de hacer valer tu localía, y al final los lamentos y las quejas son el único argumento para excusarte de no cumplir con la obligación de ganar ante tu acérrimo rival.
Messi e Iniesta surgieron para individualmente encumbrar a su equipo, en lo colectivo fue mejor el Barca, que equilibró con su ofensiva los sufrimientos en la parte baja, que puso más al rojo vivo, las carencias de un central de categoría, y que ante la salida inminente de Puyol, el juego aéreo en defensa está mermado y con injustificables lagunas que hicieron soñar con la victoria al conjunto blanco. El Barcelona volvió a la vida, Messi regresó de su sueño y su equipo lo agradece, si el argentino está bien, el fútbol y la magia, aparece.
El Madrid volvió a cometer los errores de siempre, sin saber aprovechar su momento, cedió terreno en los momentos claves, justo y suficiente para que el Barcelona apuñalara sin piedad a su rival, y a pesar de poder decretar sentencia, terminó sentenciado.
El Barcelona terminó con la racha invicta del Madrid, precisamente su última derrota había sido en el Camp Nou, en el clásico de la primera vuelta, ahora en su casa, el azulgrana se vistió de gala, y dejó al equipo blanco con la incertidumbre y el mal sabor de boca, ante un público que olía la sangre del enemigo.
El fin de ciclo del Barcelona, deberá esperar.