Era el 2 de octubre de 1999, día en que debutó Carles Puyol, ingresaría como cambio al minuto 55 por Simao Sabrosa, en el encuentro que el Barcelona ganaría al Valladolid 0-2 como visitante. El entrenador en ese entonces era Louis van Gaal y como en muchos casos en la actual plantilla, fue el holandés el que le brindó la oportunidad de ser parte del equipo en el que años más tarde se erigiría como el gran capitán y llegaría a ser considerado como uno de los mejores defensores centrales del mundo.
Del gran capitán se pueden decir muchos calificativos, pero quizá el más acertado es “luchador”, a pesar de haber tenido numerosas lesiones, siempre volvió, para aportar su entrega al equipo, para marcar goles, para levantar trofeos, para llamar la atención a sus compañeros, no hay nadie a quien le sea indiferente su presencia, su lucha.
Puyol apareció en la banda azulgrana en los momentos de oscuridad que vivía el cuadro catalán, donde vivía a la sombra del equipo de la capital. con transición en la presidencia, con proyectos deportivos que no rindieron lo que se esperaba, pero que poco a poco fue logrando ser un referente en la defensa del equipo de sus amores, y consecuentemente, los títulos también llegarían.
Frank Rijkaard se haría cargo del equipo, y levantaría su primera liga en la temporada 2004-2005, un año después, Saint Denis, sería testigo de la segunda Champions ganada por el Barca en su historia, ante el Arsenal, Puyi, levantaría la orejona por todo el cielo francés. Lesiones llegarían, pero volvería. Guardiola también se haría presente en la historia del Barca, y del capitán, la temporada del triplete, la tercera orejona en el Olimpo de Roma; el año del sextete; el gol histórico en el 2-6 del Bernabeu; la mancuerna de Puyol y Piqué celebrarían en el césped madrileño una de las más grandes, recordadas e históricas victorias ante el acérrimo rival de la capital; el primer Mundial de Clubes… el Barca, era el mejor del mundo.
Wembley dejó enmarcado el momento de mayor grandeza del capitán, en el palco de honor, después de haber barrido al Manchester United de Ferguson en el césped inglés, Carles Puyol, cedería el honor de portar la senyera y levantar la cuarta Champions de la historia del Barca, a Abidal, que recién se recuperaba de su trasplante de hígado. Su historia y su humildad se hacía más grande y su legado quedaría grabado con letras de oro en la máxima competición europea de clubes. Lograría otro Mundial de Clubes para seguir ampliando su palmarés.
Su mejor momento se trasladaría también a la Selección, sería parte fundamental de la época de oro de la furia roja, Eurocopa 2008 y Mundial 2010, nunca nadie lo imaginó, pero España también escribiría su propia historia, por ganar jugando a pintar un lienzo en cada partido.
Las lesiones han hecho su daño, y el capitán ha decidido dejar el Barcelona a final de temporada, un duro golpe para quien había decidido retirarse en el club de sus amores a los 40, ha sido antes, pero en su haber deja un legado tan grande y un hueco tan enorme, que a día de hoy será difícil encontrar un jugador con sus características, con el ADN Barca que solamente él siente y vive en cada partido. El 30 de junio jugará su último encuentro con la camisa azulgrana, pero su grandeza quedará por siempre en el club que defendió con honor, gloria y entrega.