“A mal paso, darle prisa”. Aguila camina por un camino más negro que las franjas horizontales que por tradición han adornado el inconfundible uniforme naranja del cuadro migueleño, más oscuro que la noche misma y más interminable como una pesadilla sin final. Penúltimo en la tabla, con numerosas bajas por lesión, el equipo titular fue diezmado, y las posibilidades de clasificar a semifinales fueron escasas desde que el equipo comenzó la caída libre, y con la última derrota ante el Santa Tecla, el único propósito es comenzar a preparar el siguiente torneo.
Pobre torneo el que ha tenido el Aguila, 9 puntos en 13 jornadas disputadas, 19 goles en contra y tan solo 9 a su favor, dice mucho del pobrísimo rendimiento de un equipo que apenas el año anterior fue campeón, un peso demasiado grande para la inversión hecha, para la institución y para la afición que siempre le acompaña.
Quizá es momento que en Aguila se replanteen muchas cosas, la dirección y el rumbo que el equipo debe llegar, los jugadores que obligadamente tendrán que salir al finalizar este torneo, las contrataciones que deberán hacerse, los extranjeros que tienen que venir a levantar a este equipo, los jugadores locales que tendrán que buscar para hacer flotar el barco y llevarlo de nuevo al camino ganador. La tarea no es difícil ni tampoco imposible, pero para levantar este equipo se necesita algo más que el simple deseo, se necesitan recursos, gente preparada que entienda que Aguila necesita un proyecto a largo plazo y que su grandeza no debe estar ligada a caprichos ni intereses personales, mientras esto no cambie, Aguila seguirá naufragando en el mismo camino.
De momento y a título personal, lo que más deseo es que este torneo se termine y con él se acabe el sufrimiento de la afición, que siempre apoya al equipo, en las buenas y en las malas.