Debo reconocer que desde la destitución de Ramón Sánchez el torneo anterior, todo me pareció un total disparate y fuera de lugar su salida del equipo, descontinuar el trabajo a largo plazo que él había propuesto y de entrada traer a un técnico extranjero, que desconocía el medio, a los jugadores, pero principalmente, la idiosincrasia de nuestro mal llamado fútbol profesional.
Malvestiti, seguro, no sabía cómo se manejan estas esferas, donde niños ricos hacen de adultos mayores y se creen saber de todas todas, manejar equipos de fútbol como manejan un carro del año, creer que saben de marketing deportivo y terminar casi cerrando un torneo regular con una huelga a medio camino y con atraso en los pagos de mas de un mes. Aquí, en nuestro fútbol tercermundista, el dirigente es un san vergón, el que se las puede más que el otro, y que, aunque no tenga ni puta idea de cómo hacer las cosas, las termina haciendo a prueba y error, y más propenso al fracaso que al éxito. Aquí, el fútbol no entiende de razones ni procesos, se vulgarizan los ciclos deportivos y en la cancha juega el deseo expreso de un presidente o del niño mimado del club. Así pasa en nuestro fútbol, y si no, vean la referencia de la Selecta, y del fracaso rotundo que nuestros equipos tienen cuando llegan a jugar a una Concachampions, que también llega a un mediocre rendimiento y es un remedo absurdo de la Champions League europea.
Lo de Malvestiti no debería sorprendernos, la ventajista decisión de echarle, es más sencilla y correcta, que aceptar que (la directiva) ha metido la pata hasta el fondo del pantano y no tiene ni la más remota idea de qué hacer para enmendar el error de no deshacerse de los jugadores que han terminado pudriendo el nido en estos últimos torneos. Nunca tuvieron la idea de un recambio ni renovación de plantilla. El fracaso a veces es la consecuencia de las malas decisiones, y de estas, la JD emplumada ya lleva varias al hilo, pero la mejor solución, como en todos los casos, es cambiar al técnico. Dicen que es más fácil echar al técnico que echar a 11 jugadores.
Quizá en el peor de los casos, el remedio es peor que la enfermedad y nos pueden vender Misa los directivos aguiluchos y hablarnos de moralidad y lealtad, pero, no se puede tomar en serio a un presidente que culpa a los aficionados de los malos resultados, porque no van al estadio, a uno que no es ni su sede y que tampoco está en la ciudad a la que pertenece el equipo, no se puede ocultar la verdad por muy dolorosa que sea. Malvestiti los dejó con muy mal parados, en sus “audios” dice verdades que todos sabemos, pero que un torneo regular o perder una final esconden por un tiempo, y luego quedan en el olvido porque el equipo va puntero en el torneo.
Lo mejor que le podría pasar a esta Junta Directiva, es que Águila lograra el campeonato este torneo, así solamente se cubriría la podredumbre que existe en su interior y continuaríamos con una gestión sin objetivos claros y con base en la improvisación, y con muy pocas ideas para iniciar el recambio que debió haber empezado hace varios torneos.
Por otra parte, lo mejor que ellos podrían hacer, es dar un paso al costado y dejar que gente que sea de fútbol se haga cargo del mejor club de fútbol de El Salvador.