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Momentos tiene el fútbol, y el Sevilla y el Barcelona demostraron, que en esto del fútbol, se trata de aprovechar esos momentos con que se cuentan.
Una final de locos, con demasiados momentos de locura para poder imaginar que tendría un desenlace como el que finalmente tuvo. El Sevilla salió feroz como un león, con el cansancio en las piernas producto de la final de la Europa League donde logró una histórica gesta, pero eso no impidió que buscara su particular doblete, ante un Barça, que finaliza la temporada con un doblete mágico, Liga y Copa.
El Barça salió con su once de gala, pero con el motor a medio andar, le costó y en serio, con una primera parte que dejó exigiendo mucho más a los de Luis Enrique, carentes de ideas y faltos de fútbol. Enfrente, un Sevilla capaz de amargarle la tarde a cualquiera, demostró de un inicio sus intenciones, morder, atacar, y presionar en todos los espacios de la cancha.
Como si fuera poco, a minutos del final de la primera parte, expulsión de Mascherano. Un golpe duro, peor que un gol en contra, el Barça se quedaba con 10. Pero a pesar de lo que ello implica, el equipo lo sintió pero lo supo manejar, se paró firme y sólido, pero tampoco estuvo excento de sufrir llegadas peligrosas de los sevillanos.
Así, las cosas, tuvimos un partido duro, con llegadas para ambos equipos pero era el Sevilla el que más peligro generaba.
El árbitro, muy discutido en su actuación, no dudó al expulsar a Mascherano al final del primer tiempo, como también a Banega en el minuto 90 cuando Neymar ya enfilaba en ruta de gol. Encuentro parejo para el alargue.
Lo manejó mejor el Barça, llegó, propuso, creó, atacó. Messi se sacó del sombrero del mago una asistencia de gol a Alba que ganó las espaldas de su defensor para marcar con un golpe suave el primero para el Barça. Los azulgranas lo celebraron a sabiendas que ese gol les daba medio título.
El Sevilla no se rindió y siguió en lo suyo. Mordiendo, atacando, creando e intentando. Fueron un rival difícil e incómodo, digno de una final de Copa.
Messi se sacó otra asistencia para el segundo. Habilitó a Neymar para que este batiera la meta sevillana.
2-0 y la celebración del título se dio por todo lo alto del Calderón. Un doblete mágico.
