TEHABLODEFUTBOL.COM Deprimido, sin respuestas, desganado y sin virtudes. Así se presentó el Barça en el Calderón, ante el Cholismo, el Atleti, que responde con fuerza y coraje aunque el mal tiempo arrecie, que tumba la mano que le aprisiona y saca la espada para herir de muerte al que lo intenta vencer.
Irreconocible los de Luis Enrique. No hubo punto de inflexión, tampoco autocrítica, mucho menos un atisbo de superar el revés y luchar por la Champions, la orejona, la copa que todos quieren.
El Barça nuevamente decepcionó, a propios y extraños. No es difícil encontrar razones y motivos de la derrota, las hubo incontables y notoriamente vulgares a la hora de señalar culpables y argumentos.
Cero excusas. No hay robo, no hubo robo. Un penal grande como una casa pero que de haberse decretado, no ocultaría las miserias con las que este Barça se arrastra en las últimas semanas. Ya perdió la Champions, y quien sabe si puede pasar lo mismo con Copa y Liga. Aunque ya sucedió una vez, y se ganó la Liga, los extremos ganadores y perdedores del azulgrana se conjugan nuevamente para poner en tela de juicio la bandera de la victoria en alguna de las dos competiciones en las que aún sigue vivo, y en las que depende de sí y de nadie más para cosechar un título importante en el año futbolístico.
El Atleti, luchador, con la fuerza y con el crédito, defendiendo con el escudo y machacando con el martillo, sólido y firme, atrincherado pero jugando con la navaja entre los dientes. Los de Simeone son expertos en amargar al Barça, lo tienen medido milimétricamente. Encajonaron a Messi en una jaula de tres o cuatro jugadores, de los que ni se podía salir o quizá tampoco hacía el intento de salir. Pensativo, dubitativo, fuera de sí, alejado del juego, deprimido, como todo el equipo. Si Messi no brilla ni pone la chispa el equipo no combustiona por sí solo.
Salvo Iniesta, el único que si sabía qué hacer con el balón en los pies, el resto fue un cúmulo de dudas, nervios y la sensación vulgar de saberse derrotados aún con el marcador a su favor.
Griezmann se encargó de encender la antorcha de lucha, y cada ataque colchonero era un aguacero que daba luces de poder terminar en huracán. El Barça hacía aguas en cada llegada, y no le encontró jamás la vuelta.
No apareció nuevamente la MSN, pero es que realmente no apareció nadie, salvo Iniesta. El Barça acusó su juego disimulado y ajeno, fuera de sí, sonrojado, derrotado.
El Atleti machacó la faena con un penal. 2-0 y a semifinales, donde ya aguardan el Manchester City, Bayern y Real. El Barça, a espabilar y sacar el coraje para luchar por Copa y Liga, que es lo único que le queda.