Ambición y seguridad de principio a fin. Luis Enrique nos dejó callados a todos, a pesar de las críticas que constantemente recibe a pesar de las victorias, pero ante el Real Madrid, los suyos hicieron un partido perfecto, una auténtica obra de arte futbolística y arrollaron a un pobre conjunto blanco que no encuentra ni el origen ni el final de sus problemas, mucho menos encuentra la fuente de donde debería nacer su fútbol.
Sin excusa alguna, Rafa Benítez puso lo mejor que tenía, incluso mandó a la cancha a un equipo netamente ofensivo, con Kroos, Modric, Bale, James, Benzemá y Cristiano, pero su artillería se quedó solo en el nombre y en la expectativa de poderío, el cual si lo tuvo el Barcelona.
Comandados por un Iniesta estelar, quien incluso se retiró aplaudido por la afición merengue, y con una enorme actuación de Neymar, el brasileño que fue una pesadilla durante todo el encuentro por la banda de Danilo, un personaje totalmente desconocido y desvalijado en cada intento por detener las punzantes estocadas de Ney, que anotó uno y tuvo una noche para el recuerdo.
Tras un inicio de estudios, el Barca cogió la manija, y desbarató cualquier atisbo de marcar de los de Rafa Benítez, que entraron al campo de juego, más presionados que nunca y sin la clara noción de juego, eso que se viene remarcando constantemente jornada tras jornadas. El conjunto blanco, pareció de papel, pálido e insípido, sin sangre en las venas y superado totalmente. Neymar fue un vendaval allá donde iba, Iniesta era el fin y el principio del fútbol del Barca y Suárez era una amenaza constante en ofensiva.
La línea media, comandada Iniesta, Rakitic y Busquets, no flaquearon nunca e hicieron suyo el centro del campo. Sus jugadas y su control me hizo recordar al Barcelona de Guardiola, el del 2-6 en el 2009, con un control total del juego y con un constante peligro en cada ocasión que se acercaba al marco de Navas, quién llegaba como un verdadero seguro de la meta blanca, pero que se comió 4 y tuvo de lejos, una de sus peores noches defendiendo la valla madridista.
Suárez, tras una colosal jugada de Sergi Roberto, definió de tres dedos y mandó a guardar el esférico. Su dedo en la boca haciendo un gesto de guardar silencio a la grada madridista, me supuso al silencio que quiere para callar a los que decían que no era un buen jugador -Florentino dix it- y que supuso el 0-1 y el inicio de los problemas y de una larga noche para el conjunto blanco.
Iniesta se daba un festín, Neymar cogía a su antojo la banda, regateaba si quería, llegaba a línea final cuando se lo proponía, Danilo era un muñeco de trapo ante sus dribles y llegadas con balón dominado. Desapareció Cristiano, como también Bale, y esto es un señalamiento constante desde inicios de temporada. Perdidos y no encontrados, así el portugués y el galés, a quienes se encomendaba la parroquia blanca para bajar al Barca, pero que, terminaron hundidos y vencidos, al igual que todo el equipo.
Neymar marcó el segundo tras una habilitación de genio de Neymar, con la zurda batió a Navas, quien pasó de ser un muro a ser una pared de cartón, rota y desdichada. El Barca lo ganaba cómodo, sin muchas prisas y sin sufrir lo que se esperaba.
La segunda parte vaticinaba algo más para el conjunto blanco, pero ni las piezas se movieron, ni tampoco espabilaron. El Barca a lo suyo, y el Madrid perdido, sin batallar y sin emociones, sin latidos y sin vida, cual fantasma por su misma casa, tan sólo dos de Cristiano y una de Benzemá, fueron lo más peligroso, pero Bravo tapó todo en una noche celestial.
El 3-0 fue una obra maestra del fútbol. Iniesta asistió a Suárez, quien, le devolvió el favor con un tacón para que don Andrés anotara un golazo por toda la escuadra de Navas. Iniesta no marca siempre, pero cuando lo hace, son verdaderos golazos, y este no fue la excepción. El azulgrana hizo ver chiquito el balón e invisible a la defensa del Madrid. El Barca ya goleaba y se divertía, el Madrid comenzó a perder los papeles.
Cristiano le propinó un codazo a Alves que el central no vió, Ramos se dio un banquete de patadas que tampoco fueron castigadas con rigurosidad, pero así, el Barca encontró el cuarto. Suárez quedó mano a mano ante Navas, a quien le definió con un sutil toque por arriba para culminar la goleada. El uruguayo “mordió” dos veces.
Con la goleada en el bolsillo, Messi regresó al terreno de juego, más que para coger ritmo que para terminar de aniquilar al rival. El argentino tuvo las suyas, y aunque se le notó aún carente de ritmo, las sensaciones tras su vuelta son buenas.
El Madrid terminaría desquiciado, con la afición pidiendo la renuncia del presidente y con la expulsión de Isco, tras un patadón que le propinó a Neymar, que era el fiel reflejo de la noche amarga del madridismo, contrario a la deslumbrante, sublime y aplastante victoria del Barcelona en el mismísimo Bernabéu.
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