El Barca superó el primer escollo en la etapa del Messi ausente, y quizás no deberíamos enfocarnos en su ausencia sino en el rendimiento y en lo que ofrecen los que también hacen equipo.
El Bayer Leverkusen fue un equipo valiente, descarado y muy diferente al que pintaban en base a la historia reciente y que intentaban ver de menos por la última goleada 7-1 que sufrieron, precisamente por esta competición en este mismo escenario. Ahora, el equipo alemán vendió cara su derrota y el Barca pagó un precio demasiado alto. En un vaivén de emociones, a los de Luis Enrique le bastaron dos pinceladas de Sergi Roberto y Suárez y dos minutos para darle vuelta a un encuentro que pintaba para la catástrofe y el apocalipsis próximo en Can Barca, pero en un despiste o en un deslumbre de fútbol, el Barcelona puso las cosas en su sitio y consiguió una luchadísima victoria.
Los de Luis Enrique mostraron síntomas que invitan a repensar un poco la forma en que se paró ante el Bayer, con muchos nervios y con la imperiosa obligación de conseguir un resultado a expensas de Messi, y es que, el azulgrana, por nombres, tiene madera para sobrevivir sin problemas sin el argentino, pero jugar mal tampoco es excusable porque una pieza del tablero no está presente.
Una primera parte demasiado pobre para el Barca, en las que contó con ocasiones de gol pero malogradas en el toque final. El equipo alemán, por su parte, se portó serio y disputó un partido con orden táctico y aniquilando prácticamente a las piezas llamadas a poner el orden, la pausa y el cambio de ritmo. Precisamente esto es lo que genera Messi, el cambio de velocidad en ataque y el desparramamiento de jugadores en carrera. Ni Neymar ni Suárez, o Munir e Iniesta lograron tal cometido, fueron superados por los defensores alemanes quienes pusieron el temple para hacer sufrir y sudar helado y ponerse en ventaja con un gol en contra gracias a un despiste en un tiro de esquine en el que ni Ter Stegen o Mathieu hbicieron los deberes y los madrugaron con un cabezazo casi en la línea de gol.
De ahí fue un querer y no poder. El Barca terminaría la primera mitad desahuciado y con la limitante de no poder encontrar el pasadizo hacia el gol.
Para la segunda mitad, todo cambio, encimó mucho más y dispuso de dos pasos hacia adelante, pero todo terminaba en nada. Neymar se vio nervioso y con un peso demasiado grande en sus hombros. Fue incapaz de producir lo que se esperaba, el llamado a hacer fútbol, terminaba igual que los suyos, estrellándose en el muro defensivo alemán.
Hasta que tanto fue el cántaro a la fuente… Una jugada que terminaría con un balón suelto en el área pequeña, encontraría a Sergi Roberto, quien empujaría el balón para poner el empate. Dos minutos más tarde, Suárez pondría la ventaja a favor. Un 2-1 tan grande como una casa, el que prácticamente sentenciaba el encuentro y le daba al Barcelona una victoria crucial y ventajista, por lo que implica, por las condiciones en que se plantaba y porque el rival le jugó de tú a tú recortando las diferencias existentes entre ambos planteles.
El punto negativo fue una nueva lesión, esta vez de Iniesta, quien se perdería entre 2-3 semanas, lo que agranda más la lista de lesionados para Luis Enrique.
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