Porque al ser el mejor del mundo año con año debe si o si ganar todo lo que juega, de paso debe llevar a su equipo a hombros, defender, crear las jugadas, abrir por banda, centrar y de remate llegar a cabecear.
Porque al tener cuatro balones de oro, los hay quienes aún le siguen exigiendo que de más y más por una selección que no tiene ocho jugadores más de igual nivel que él, en el que solamente Mascherano es capaz de entenderle y de ponerle los huevos cuando el resto afloja.
Porque los técnicos han sido demasiado sabios y no han entendido que para establecer una idea de juego sólida, necesita tener jugadores técnicos que sepan leer las líneas rivales y logren poner un balón quirúrgico allá donde el aire apenas llega.
Porque delante suyo tiene a un Higuaín que las ha fallado todas las que ha tenido para hacerse con un título, falló en la Copa del Mundo, y ahora en la Copa América, sin contar las que aún se le reclaman en el Nápoles. Alguien debería decirle que esto ya no es lo suyo.
Porque la calidad de su juego es avasallante ante cualquiera, que pocos y contados saben entender y leer, pero como piezas de rompecabezas, si una o dos fallan es imposible poder completar el cuadro completo, y en la Argentina, son más de tres las piezas que no cuajan en todas sus líneas.
Porque la crítica ciega va por el camino entre jardín de flores, porque es más fácil tirarle mierda al que para muchos sigue siendo el mejor del mundo y de la historia y vanagloriar a remedos de jugador disfrazados como modelos que publicitan más un corte de pelo que su juego y sus goles.
Porque sigue siendo un pecho frío, a pesar que eligió la selección del país que le vio nacer, sigue empecinado y sufre cual más después de cada derrota, a sabiendas que incluso pudo elegir la nacionalidad española y en este momento ya fuera Campeón del Mundo y de Europa.
Porque dio todo por la Argentina en esta Copa, pero Higuaín falló el de la victoria y en penales solamente él anotó el único penal para su selección.
La culpa sigue siendo de Messi, porque a pesar de morir en cada partido, los hay quienes siguen señalando a un solo jugador y no los males que tiene todo el equipo.
Ese es el precio que se paga al ser el mejor jugador del mundo y de la historia. El fútbol le sigue debiendo mucho.
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