Vamos, que ni Messi es solo Argentina, ni la Argentina es solo Messi, pero que el diez, en estado de gracia, es simplemente una oda al fútbol, una poesía para el deporte, y que, de ganar esta Copa América con su selección, se meterá en el corazón de muchos, incluso de sus mismos compatriotas que aún le ven con recelo al vestir la albiceleste.
Con detractores hasta en su propia tierra, Messi se enfrenta nuevamente ante el duro reto de ganar un título con su selección, ya le llovieron palos en este torneo por el simple hecho de solamente haber marcado un gol, pero cuesta mucho ver el rendimiento del argentino para con su equipo. Cada regate suyo es un quebradero de caderas y sus acometidas por banda o por el centro hacen tambalear o desquebrajar cualquier sistema, por defensivo que sea.
Messi ha logrado compaginar bien con los suyos, quizá mucho mejor de lo visto en los últimos años, con Di María o Higuaín, y el mismo Agüero, forman una sociedad letal en la que el entendimiento en la cancha llega a ser un juego de memoria, en el que cada uno de ese rectángulo puede leer las posiciones, los desmarques al espacio y los balones al pie, lo cual genera una mayor confianza en el momento de la definición o de triangular en ataque.
Con Pastore, además de encontrar un socio con quien puede fácilmente asociarse e intercambiar posición, de pasador a goleador y viceversa, es una clara muestra que esta Argentina llega a esta gran final con las luces puestas, y aunque el 6-1 a Paraguay lo posiciona con cierta ventaja, más por su juego que por el resultado, ante Chile tampoco será un “piece of cake”.
Messi afronta su segunda final consecutiva a nivel selección en poco más de un año. Alemania en Brasil, lo dejó con el sabor amargo de la derrota, con la mirada perdida y las lágrimas al viento, como en aquella triste Italia ´90 Diego cayó ante sus verdugos alemanes, en la misma forma. Ahora, ante Chile, la posibilidad de redención es a pedir de boca, da lo mismo que no marque goles, da lo mismo que no rompa las tablas en cada partido, pero su presencia es implemente oportuna y necesaria, Argentina es mejor con Messi que sin él.
Lío está a las puertas de dar a su afición un título de mano propia y de asistencias o goles (si los consigue) algo que se le exige y se reprende. Quizá, solamente si Messi gana esta Copa con su selección, se hablará menos de sus “pobres” rendimientos, por no marcar goles cuando participa en seis tantos de los suyos y el ataque de su equipo tiene su origen.
Messi, si ganas esta Copa…
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