Que Águila es capaz de lo mejor -y de lo peor- es un hecho, que ante sí, fue la sombra fiel de un fantasma que navega por tierras bajas en esta segunda vuelta es una verdad innegable y tan solo refutada -en parte- por el partido ante Pasaquina, victoria balsámica pero no un punto de inflexión en el rumbo negativo que el equipo lleva en esta parte final del clausura.
Si la presión de resultados se vio minimizada en la jornada anterior, se esperaba una notable mejora, un mejor rendimiento, y en el peor de los casos, seguir con la racha negativa. Curiosamente, Águila optó por lo segundo, obviamente, no por convicción propia, pero a la luz del resultado, invoca a decir que está a una de cal y una de arena.
Sin ser brillante, más bien opaco y deslucido, el encuentro transcurrió con muy poca intensidad, quizá mermado en función del poco tiempo entre uno y otro encuentro, por aquello de la doble jornada dominical en el Cuscatlán, pero a verdad certera, ni Águila ni UES fueron capaces de ser profundos y llegar con peligro en los minutos previos al gol de los Pumas.
El nerviosismo y la presión que arrastra Águila se hace notar, prueba de ello es que el error que derivó en el gol de la UES fue producto quizá de una falta de orientación de Posadas, y de haber pecado del exceso de confianza al cabecear un balón hacia atrás sin haber visto la ubicación de Coreas -meta aguilucho- y Ladogana -delantero universitario-, éste último fue el que si acertó al ser el único que estuvo con los ojos bien abiertos para encontrar el balón dividido y batir bajo al palo derecho de Coreas quien salía estrepitosamente a achicar el remate. 1-0 y el sufrimiento negronaranja saltó a la palestra.
Águila debió remar contracorriente, pero entre ese oleaje y las ganas de empatar, las cosas simplemente no salían. El conjunto universitario sabedor que Águila empujaría más en búsqueda del empate, retrasó sus líneas para confiar en su contragolpe y en el error emplumado.
El empuje y presión de Águila fue enorme. La UES en cambio, rechazaba todo lo que llegaba a su área, por aire y por tierra, el cerrojo implantado por los universitarios comenzó a desesperar al aguilucho, la única opción era el desborde por las bandas, pero la defensa local se multiplicaba para, hasta en relevo de 3 jugadores, despojar del esférico a los jugadores emplumados.
La UES, práctico y eficaz, anotó el segundo, gracias a una habilitación por banda izquierda para que Jonathan Jiménez con una vaselina dejara a Coreas a medio camino y Águila estaba a las puertas de una nueva derrota.
La tuvo Nicolás -gol anulado-, un remate de Cerén – a las gradas- y por último fue Arsenio Rodríguez quien logró descontar en los minutos finales del encuentro. Tanto acoso, finalmente tuvo recompensa, pero quizá demasiado tarde. Para más inri, en una de las jugadas siguientes se lesionó Cerén, en una entrada del jugador universitario que se llevó más pierna que balón, pero que dejó a Águila con 10, precisamente el momento donde Águila estaba presionando más y llegaba con bastante peligro, se quedó sin el abrelatas por el carril derecho. Óscar no pudo volver a la cancha y los de Valdés terminaron con un hombre menos los minutos finales.
La UES que aún no cobra los salarios retrasados le puso el alma para ganar este encuentro, Águila en cambio, levantó nuevamente un mar de dudas, mismas que viene arrastrando sobre los hombros de Dely Valdés y sobre el equipo en toda la segunda vuelta.