Ni temeroso ni ansioso, el Barcelona se plantó en Etihad con una sola consigna, romper el esquema, poseer el balón y martillar el arco contrario para lograr la ventaja. Al menos en la primera mitad, Messi y compañía fueron una auténtica pesadilla ante el siempre irregular Manchester City, que a estas alturas de la competición europea comienza a desnudar las carencias de una plantilla forjada en base a talonario. Y es que, edificar en base a dinero da resultados, ya lo comprobó el mismo City, el Real Madrid o el Chelsea, por citar algunos ejemplos. Pero lo curioso de todo es que como sucediera la temporada anterior, los citizens fueron un muñeco roto en manos del Barcelona, que si bien, tuvo para rematar temprano el encuentro se encargó de sacar a luz las fallas de un equipo que hace aguas por todos lados cuando no encuentra su juego y sobre todo cuando en el terreno de juego no está el marfileño Touré.
Quién puso la fichita sobre Suárez que anotaría al menos un gol, se llevó una agradable sorpresa, al menos yo en mi quiniela acerté con que el uruguayo marcaría el primero en los 30 minutos iniciales y vaya que ni sabio ni adivino que fuera, Luisito abrió la lata con un remate cruzado que dejó a Hart sin opciones y tan solo para la foto. El vendaval llamado Barcelona sacó la maquinaria pesada y entre un fulgurante Messi y un envenenado Suárez hicieron del Etihad una fiesta.
Si se extrañaba ver una noche así a Suárez, esta vez, se hizo los bigotes. Como en sus mejores tiempos con el Liverpool en los campos ingleses, fue un puñal punzante en el eje de ataque, tuvo un mano a mano con Hart que lo dejó con el grito de gol en la garganta, pero el fútbol le dio revancha y en una descolgada de Alba, éste le sirvió el balón para que el uruguayo marcara el segundo de la noche y los citizens bajaran la cabeza y se fueran al descanso sonrojados y con el orgullo bajo las piernas. El Barça firmaba 45 minutos de ensueño siendo letal y desequilibrante.
Para la segunda mitad, las distancias se recortaron, el panorama cambiaría, el Barça bajaría las líneas y el City subiría otras tantas, recortó el Kun tras un taconazo en forma de asistencia y como con la velocidad de un rayo, el argentino entró al área con balón dominado y fusiló a Ter Stegen. El 1-2 que imponía una posible remontada y las emociones de cara al estar más cerca del empate.
Pero, cosas del fútbol que 5 minutos más tarde Clichy se iría temprano a las duchas por un patadón a Dani Alves y ahí moría gran parte de las esperanzas de los locales por empatar el encuentro.
El resultado pudo ser mejor y mayor para el Barça, gracias a un penal que erró Messi y que tapó Hart y cuyo contrarremate salió ancho por el palo derecho, cuando el argentino voló para cabecear cuando el meta inglés yacía vencido y recién intentaba incorporarse. Así, Leo se perdió el 1-3 y la posibilidad de aumentar y encaminar dos pasos en vez de uno la eliminatoria.