Sufrido por excelencia. El Barça enfrentó a Villarreal, uno de sus estelares rivales más incómodos de la Liga, a quien incluso, enfrentará en las semifinales de la Copa del Rey, por lo que la antesala de ese esperado encuentro ofreció lo que se podría vivir en esa eliminatoria.
El Barça navegó contracorriente en dos ocasiones, precisamente cuando mejor fútbol ofrecía y mejores opciones ofensivas generaba, dos mazazos de agua fría cayeron sobre sus hombros en forma de gol. Primero, Cheryshev empujaría un remate colado al medio para encontrar a contrapie a Bravo y anotar el de la ventaja. Incrédulos, el Barça sacó la espada y aunque tardó 15 minutos en poner el pie en el mismo escalón, Neymar volvió a ver portería. El brasileño ajustó las tuercas del engranaje y se está convirtiendo en un sólido engranaje de este Barça -después de Messi- y a fuerza de goles está cerrando bocas de los detractores que lo veían como principal medio de lucha con el argentino y aseguraban apocalípticamente una ruptura en el juego y entendimiento con Lío. Ni una ni la otra. El crack brasileño ha encontrado la chispa de su juego y si no, habrá que remitirnos al encuentro de Copa ante el Atlético para mayor certeza.
El empate llegó, secó como la desventaja, tras un desajuste de la defensa del submarino y de su arquero Asenjo, Ney remataría el balón a la red para emparejar los cartones y devolver la calma. Esa misma que el azulgrana veía pasmosamente pasar y sin despeinarse. Al fin y al cabo, el brasileño se llevaba el empate para su equipo al filo del descanso.
Al inicio del segundo tiempo, Piqué volvió a caer en una de sus desatenciones, esas de las que tanto se le achacan y que lo hacen ver menos bueno de lo que hasta no hace mucho, pero cuyos errores siempre o casi siempre terminan con algún susto y en el peor de los casos con un tanto en contra. Giovanni Dos Santos, que regresaba a su antigua casa, pero con la camiseta amarilla, se marcó un jugadón sobre la línea final y cedió a Vietto, quien ni lento ni perezoso remató a placer ante un desubicado Bravo que poco y nada podía hacer para evitar por segunda ocasión la caída de su marco. La corriente llevaba nuevamente desánimo y la lucha cuesta arriba.
Pero, como hasta hoy, el espíritu combativo y luchador de este equipo, ha salido a la luz, Rafinha encontraría el empate transitorio dos minutos más tarde. Con más prisa que calma, el marcador se emparejó y nuevamente, dos minutos más tarde, Leo Messi se encargaría de marcar el tercero, el de la remontada y el de la posterior victoria final. Era un 3-2 remontado en toda regla. El argentino la puso como con la mano cerca del palo izquierdo de Asenjo, con un remate con el empeine del pie derecho, ese que dicen que sólo le sirve para subirse al bus. Lío la colocó lejos del arquero y el equipo lo agradeció. La victoria quedaría consumada.