El héroe de caricatura, el que saca pecho y músculo ante rivales derrotados, y celebra los goles de penal como si cada uno significara un Balón de Oro.
Cristiano, bajó ayer a los infiernos del fútbol cuando se lesionó, al lugar donde ningún animal competitivo quisiera llegar, ¿justo o injusto? Para alguien que pasó de noche durante todo el torneo y únicamente apareció ante una bravucona y deseosa Gales, pero se le vió desaparecido en toda la fase de grupos de la Euro, caerse durante la final le dio un nuevo rumbo al encuentro y a Portugal le favoreció ¿?
Con el portugués en la cancha su selección no disfrutó de alegrías, es más, se vio muy condicionado ante el acoso francés, y salvo dos o tres balones que sostuvo, su participación en esta final se vio limitada a su salida en camilla con lágrimas en los ojos y a pasar a ser el segundo técnico desde el banquillo.
Dicen que “el fútbol te pone en lugares que no mereces y te quita de lugares donde sí mereces estar”. A Cristiano le pasa esto en incontables ocasiones, llegó a una final, quién sabe cómo, con más empates que victorias en la bolsa, haciendo un fútbol horroroso pero sacando en base a resultados sus encuentros, más marca que creación, pero así labró su camino el conjunto galo.
De Cristiano, solo el nombre, y su sombra, de Portugal, siempre se esperó más, de pasar a ser la considerada Brasil de Europa -por su fútbol- en los años mozos de Figo y compañía, ha llegado a ser una auténtica Grecia de la mano del que dicen ser “el mejor jugador del mundo y de los últimos 20 años”, a mi no me lo crean, no lo digo yo, lo dicen ustedes, que piensan que marcarle a la todopoderosa Gales, empatar con Austria y terminar el torneo en una final para el bostezo agazapado en la cueva esperando dar el zarpazo es tan sublime como una oda al buen gusto por el fútbol, no sé, eso nunca va conmigo, me causa vómitos y flagelaciones mentales “disfrutar” de tal “magnitud de espectáculo”.
Podemos discutir abiertamente si mereció o no Portugal ser campeón, lo que no es discutible es que ensalcen a Cristiano por una final en la que NO jugó, en un torneo en el que NO apareció. Hay niveles de niveles y se puede ganar y perder, y me podré comer las palabras diciendo lo que pienso de Cristiano y su patética forma de celebrar un triunfo que ganó sin sudar ni mojarse la camisa, pero claro, los focos se dirigen hacia él, porque los poco mediáticos Rui Patricio o Eder no venden, no son mejores, no están a su nivel, pero Cristiano, desde su lesión, desde el banquillo ha sabido dirigir a sus compañeros, más incluso que su mismo técnico, por eso es mejor, ese fue el aporte del capitán y desde ahí manejó como en la Play a sus compañeros. Vaya cosas!
Poco mérito tienen los Nani o Renato, que se quebraron las pelotas cargando al equipo cuando Cristiano estuvo como fantasma en la cancha en partido sí y partido también, pero esto es así, ahora, el triunfo es colectivo y no individual, a diferencia de lo que hacen con un tal Messi, que debe hacer todo él y jugar de portero y ser técnico al mismo tiempo, sus derrotas son individuales, poca culpa tiene que lo rodeen de Higuaínes y Palacios y fallen lo infallable, pero para Cristiano, es una fiesta, una redención al colectivismo perdido en las botas del cuarto mejor jugador del mundo.
Así, Cristiano se marchó de la cancha, con lágrimas, y creo que cualquiera, esto no es broma, me podré burlar de sus mates, de sus berrinches y de cuanta porquería sale de su boca pero no de su lesión, OJO, de ser así, debería dedicarme a otra cosa y no a esto. A mí, me hubiese gustado que Portugal ganara con él en la cancha, o más bien que hubiesen perdido con él en la cancha, así es más fácil poder medir su incidencia o no en la final.
Quieran o no, les guste o no, Cristiano no jugó la final, y su equipo ganó sin él, sin necesitarlo, sin quizá desearlo, pero como mandan las reglas de este deporte, el capitán levantó el trofeo, Cristiano hizo suya la copa y festejó como loco su primer título mayor a nivel selección, sin merecerlo quizá, pero al fin y al cabo, alarga su palmarés, ganó sin jugar y al final de cuentas, no siempre ganan los mejores.
