Habrá muchas teorías para intentar explicar el por qué Águila cayó ayer en el Cuscatlán en la final ante Dragón, pero afirmaciones como “así es el fútbol” es quizá una premisa justificante de la derrota para asegurar que esto ocurre hoy y ocurrirá siempre, no es posible ganar todo el tiempo y tampoco el favoritismo o palmarés deportivo te asegura un título.
Ayer me quedé con la boca seca cuando Wilma Torres anotó el gol en el primer tiempo, pues la sensación de incertidumbre se apoderó quizá, no sólo de mi persona sino de más de alguno de los presentes en los graderíos del Cuscatlán.
Dragón le hizo lo mismo a Santa Tecla, cedió el balón y la iniciativa, y se defendió buscando una contra y los espacios dejados en defensa por un encimado rival, encontró el gol y adiós.
Los de Omar Sevilla aprovecharon el despliegue ofensivo aguilucho con laterales jugando como extremos y el desprendimiento de Valoyes de la zaga para intentar ser una opción en ataque o figurando como un auténtico 10 en varias ocasiones del encuentro cuando Águila no encontraba la forma ni el camino.
Contra bien jugada y un balón certero a los pies de Torres, quien definió a contrapie de Benji para silenciar el Monumental.
Increíble! Águila era una sombra del equipo que venció magistralmente a Alianza en el juego de ida en las semifinales. IRREGULARIDAD.
De ahí en adelante, Águila fue un rival demasiado predecible. Juego por banda y centro, tanto por izquierda como por derecha. Tiros de esquina bien defendidos por la defensa y el arquero, y Águila pareció no encontrar la llave, es más, por mi mente se cruzó al minuto 70, después de un acoso descomunal de los aguiluchos sobre la meta mitológica, que Águila por más que lo buscara no iba a encontrar el gol.
La sensación de impotencia se hacía cada vez más pesada, pero Águila intentó por el mismo camino hasta en 15 ocasiones, y todas, absolutamente todas las jugadas, fueron bien libradas por la zaga verdolaga.
Me molesta y en serio, el partido que jugaron Nicolás y Ramos, su aporte fue pobre y su negligencia para no correr los balones fue mayúscula. Para ser referentes en ofensiva, estos dos quedaron a deber en saldo color rojo, como muchos otros nombres propios de los once que jugaron ayer. Creo que solamente Valoyes – con mayor nota-, Villalobos y Santos Ortiz sabían que jugaban una final a estadio lleno, con la afición de la mano y con una inmejorable oportunidad de ganar nuevamente una corona.
Faltó personalidad, esa que mostraron ante Alianza, donde corrieron como si la vida misma dependiera de ese partido, ayer me decepcionó el equipo, me decepcionó el técnico y me sentí incapaz y confundido, con demasiadas dudas y pocas respuestas.
Hubo relajación? Tal vez. Durante la semana muchos se dieron a la tarea de menospreciar al rival, de burlarse, quizá con el confort que genera golear a Dragón en cada encuentro de la fase regular, muchos se sintieron campeones antes de tiempo, sin siquiera jugar el partido, sin saber que esto es fútbol y que cualquiera le gana a cualquiera, por mucho que se quiera minimizar a un rival, y mirá dónde nos vinieron a dejar con la boca cerrada, donde duele, EN UNA FINAL! Donde tantas glorias hemos vivido y ahora toca agachar la cabeza y felicitar al rival.
Me gustaría que esos que se burlaron de Dragón antes del partido dieran hoy la cara!
Esto es fútbol y las finales se deben jugar para ganar. Hay que poner más ganas, más deseo, hambre y sed de victoria, habrá que decirle a algunos jugadores que solo la camiseta y la historia no juegan, esto es Águila, y mientras no se metan en la cabeza que juegan en un grande la historia seguirá repitiéndose y cometiendo las mismas equivocaciones que se hicieron ayer.
Hasta el próximo torneo Aguiluchos.
P.D.: Al final del partido una vendedora en el parqueo del estadio dijo: “Ojalá y Águila jugara todas las finales para que no hayan desmadres”. Enorme la afición aguilucha, grandes en la victoria y también en la derrota.
FOTO: @ronygonzalez09
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