TEHABLODEFUTBOL.COM / No existe un calificativo para definir esta victoria de Águila en la ida de las semifinales ante Alianza, en el Cuscatlán, ante la afición blanca, a estadio casi lleno, donde el local llevaba mayor ventaja en cuanto a los elementos externos a la cancha, pero ya en juego, la diferencia fue para Águila, y esta quizá será lapidaria y demasiado amplia por el golpe anímico que supone una victoria de esta magnitud.
No sé si con ánimos de revancha o no, pero los jugadores de Águila fueron verdaderas fieras a la hora de disputar un balón, en cada jugada, la lucha y la garra emplumada se hacía notar, y en este tema, sobresalieron Henry Romero y Jimmy Valoyes, dos jugadores, que sin temor a equivocarme fueron de lo mejor que tuvo el negronaranja en su alineación, y vaya que el equipo tuvo una nota muy por encima del sobresaliente en términos generales.
Mención aparte se lleva Ramón Sánchez, quién hizo los deberes y leyó como un genio el encuentro. Sabía que enfrente tenía a un equipo hecho y derecho, capaz de amargarle la noche a cualquiera y que, contaba con dos puntas veloces, Portillo y Zelaya, pero ambos jugadores con el paso de los minutos terminaron ahogados, frustrados y arrollados por la férrea defensa impuesta por los aguiluchos, Romero, Valoyes, Deris. Eso sí, de dos desconcentraciones emplumadas nacieron las mejores ocasiones de los albos, las cuales terminaron en fallos garrafales que a la postre terminaron pasándole la factura a los locales.
En algún momento del encuentro me pregunté por qué Ramos y Nicolás estaban demasiado estáticos, y la respuesta la obvute conforme avanzó el encuentro. La zaga aliancista no podía abandonar mucho su línea defensiva y dejar desguarnecida la meta de Arroyo, a sabiendas que en una contra estos dos jugadores, ayudados en banda por Villalobos o incluso, una subida de Romero o de Ibsen podía acabar y echar por el suelo la idea táctica del técnico blanco.
Águila llegó como también lo hizo Alianza, pero ninguno concretó. Y en esas idas y vueltas y las entradas y la pierna fuerte, cuando el partido ya casi moría, Valdez cogió un balón en la banda desde la media cancha y corrió como si su vida dependiera de poner un centro medido a Ramos, quien con toda la frialdad del mundo la mandó a guardar por bajo al palo contrario de Arroyo.
No puedo describir la sensación de alegría cuando grité el gol, y supongo que la afición en el estadio tampoco podría hacerlo.
El júbilo y la sensación de victoria, más que una revancha, era una oportunidad de poder revertir la tristeza de la última eliminación, precisamente ante Alianza.
Ahora, Águila viajará a San Miguel, a esperas de jugar la vuelta con cuádruple ventaja, la que le da haber sido líder general, la de cerrar en casa, la del gol a favor y la de la regla que dicta que Alianza debe ganar por dos para estar en la final. La ecuación está servida, y Águila únicamente deberá evitar correr riesgos para mantener con vida a un equipo que está medio muerto y esperando sentencia.
El ave majestuosa vuela da el primer paso a la 16!