TEHABLODEFUTBOL.COM Cada semana cojo mis tacos y me voy a la cancha a esperar que los amigos lleguen para armar los equipos y disfrutar de una hora y minutos más de fútbol.
La cancha es áspera, dura, a veces rocosa y otras veces blanda, cuando llueve. No importa que haga viento y deba luchar porque el polvo no se meta en mis ojos y me nuble la visión, tampoco que haga frío y cueste un poco más estirar los músculos y calentar para estar listo, a los 34 años, ya debes cuidarte un poco más la musculatura antes de iniciar cualquier deporte.
No importa la época del año, si es vacación o si es día laboral, la religiosidad con que le robo una hora de tiempo a mi esposa y a mi hijo para hacer lo que me gusta, alimenta ese gusanito que todos los que alguna vez jugamos al fútbol llevamos dentro y que a estas alturas de la vida, sigue sin llenarse y cada día demanda más y más. El escozor que genera encender la TV y ver al Barcelona, al Bayern o a la selección argentina o brasileña hacer un deporte tan difícil como el fútbol en algo tan simple y sencillo, no es fácil para quienes nacimos dando patadas a un balón, para quienes soñamos en alguna etapa de nuestra vida formar parte de un equipo de la liga nacional, yo el Águila, y de ahí dar el salto a la selección nacional.
Aún tengo ese sueño de marcar un gol de cabeza en el Barraza y celebrarlo con la afición presente en sector de Sol, o recorrer la banda derecha del Cuscatlán y poner un centro medido para que uno de mis compañeros anote el gol que nos dará el triunfo ante México y la clasificación a un Mundial y celebrarlo como loco en una de las mallas de nuestro templo del fútbol.
Son sueños, el fútbol es un sueño, para mí y para muchos, no conozco a nadie que me hable de fútbol y nunca me haya dicho que su sueño era vestir la camiseta de El Salvador y disputar una eliminatoria mundialista, tampoco alguien que se haya negado a pensar que le hubiese gustado jugar en el Barcelona o en el Real Madrid, el fútbol es así, yo aún tengo imágenes de cómo sería haber conseguido tal sueño, y se me eriza la piel. Para quienes amamos el fútbol no hay mañana, jugar es un sueño, es diversión, es alegría, es encontrar la solución a los problemas, aunque sea por un momento. El fútbol te da esa alternativa.
A mi edad, dicen que es la etapa en la que un futbolista de élite va abriendo el camino del retiro, para mí, a pesar de mis lesiones en la rodilla, ese camino ni siquiera se asoma en mi mente, aún rondan las imágenes en las que anoto un gol, en la que dejo en el suelo a mi defensor y encarrilo la carrera a marcar un gol. Aún me preparo física y mentalmente para jugar el partidillo con los amigos cada semana, me acostumbré a entrenar todos los días, a mantener el físico a punto para el día del partido, cada quien tiene su ritual, en mi caso todo pasa por no engordar, ganar resistencia y fuerza en las piernas y no perder la fe que aún me quedan fuerzas para seguir trabajando y jugar el deporte que tanto me gusta.
Al final, lo que te queda, es la satisfacción personal de sentirte hábil, fuerte y satisfecho con lo que haces dentro de la cancha, ganes o pierdas, siempre habrá una oportunidad más para tu revancha.
El fútbol es así, hoy te da y mañana te quita, y lo mejor es que te aleja de los problemas. Yo no necesito meterme en vicios para sentirme mejor, solamente cojo mis tacos y me voy a la cancha a jugar al fútbol, si vos no lo has visto así, te lo has perdido durante gran parte de tu vida.