Ayer vivimos el final de una novela entre jugadores y federación en la que faltaron los principales protagonistas: los jugadores castigados por la FESFUT y que ya no fueron convocados para estos encuentros eliminatorios como consecuencia de sus exigencias.
El Azteca sacó todas las carencias de la improvisación en la que seguimos sumidos, por culpa de unos y por culpa de otros, más la tiene quien hace la vista gorda, quien tiene la sartén por el mango y quien tiene la obligación de mejorar algo y no hace más que empeorarlo.
México nos ganó a medio gas, sin apretar a fondo, y sólo en errores puntuales nuestros y un ápice de aceleración del rival nos cayeron tres goles, pocos de acuerdo al pronóstico. Muchos esperábamos una goleada y afortunadamente el golpe fue mínimo. En todo caso, éste ya había sido anunciado con antelación y ganar o empatar en el Azteca se antojaba más complicado por todo lo que ha envuelto a la selección en las semanas previas a este enorme duelo.
Cabe preguntarse, ¿Y ahora qué?
Se cumplió con el compromiso de jugar en el Azteca. Pues más que un intento por sacar el resultado era una obligación de la competencia. Así quedó demostrado por el planteamiento del Primi, escaso en recursos y ausente de fútbol. La necesidad de competir desapareció, y no fuimos a poner las cartas sobre la mesa, fuimos a jugar al ratón, a escondernos, a no salir goleados.
Esto, ya no es culpa de los jugadores o del técnico. Ahora, que las “verdades” de unos y otros corren por todos lados, hay justificativos medianos que podían brindar mayores luces sobre la realidad que se nos esconde. Los federativos obviamente tienen el sartén por el mango para culpar a quien se les dé la gana por el simple hecho de señalarlos con el dedo sobre la mala gestión que han desarrollado, y finalmente los que pierden son los jugadores y no hay otro camino por cual irse. Pero, ¿qué pasa? El futuro no es alentador, muy probablemente ellos seguirán en sus asientos, y habrá una nueva camada de jugadores, quizás los mismos que perdieron en el Azteca, con poca experiencia y con menos tiempo de trabajo como para afrontar una eliminatoria a un Mundial, pero en todo caso, esto ya no es nuevo, es la realidad que se vive aquí, y a eso nos hemos acostumbrado, a apagar fuegos cuando el incendio arrecia, pero no hay un ideal lógico que indique que se comenzará desde cero a edificar una nueva base y un proceso de selección real.
Ahora vendrá Canadá, con tres puntos en la bolsa y nosotros con la obligación de ganar sí o sí, para mantener viva la esperanza, ¿se podrá? Les soy sincero y les digo: No lo creo! Improvisar no es la clave, y esto lo hemos hecho en cada vez y por eso pagamos el precio.
Los que deben dar un paso al costado se hacen los suizos y siguen empecinados en ocupar un cargo para el que no tienen aptitudes ni conocimiento, pero esto es lo que hay, ni por orgullo ni por hacer un bien al fútbol se harán a un lado.
Así, que, señores, el sufrimiento se alargará mucho más, y nuestros gritos pidiendo cambios en la estructura del fútbol nacional, seguirán ahogándose sin ser escuchados y la Selección navegará por la misma corriente, la de la improvisación.
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