Se llegó el día cero, la hora de luchar contra México, contra la altura, contra el Azteca, contra nuestros propios miedos y también contra nuestra misma idiosincrasia, esa que decía que era imposible ganar en el Azteca y que hasta el mismísimo Jorge Rajo hizo leña del árbol a punto de caer.
No se podía pedir mucho, con poco tiempo de trabajo y con un equipo remendado, la Selecta y el Primi pusieron lo mejor que había e idearon un esquema para buscar lo imposible y minimizar lo lógico.
México se subió al tren desde el minuto 1, nosotros nos metimos atrás sin descaro. Era la tónica de un guion anunciado a sabiendas de lo difícil de la empresa. Sin más, México presionó, a medio gas, nosotros a defender, a lo nuestro, a morder, a buscar el balón. Adelante, Burgos en solitario, cual fantasma a la luz del día, invisible, sin acompañamiento, con poco sazón y con nula visión. El único delantero naufragó una y otra vez entre las torres mexicanas. Un poco más atrás, Denis Pineda, fue lo mejor y el jugador que mayor sentido le puso al duelo, corrió, mordió, luchó, trasladó y buscó opciones, pero se quedó, también, huérfano entre el mar de piernas mexicano.
El gol, el primero llegó de un tiro libre. Un zurdazo de Guardado que Henry Hernández no pudo contener, y sigo creyendo que el balón pasó a pocos centímetros de sus dedos. Final 1-0 y la presencia mexicana se incrementó.
Si hubiese estadística de posesión, esta marcaría una abismal diferencia entre uno y otro. Nosotros la veíamos pasar de un lado a otro, México la hizo suya. El cuero le perteneció y sólo lo recuperábamos para perderlo al cuarto pase seguido. Así es difícil.
El segundo tanto llegó en una descolgada por banda que encontró en su centro al Chicharito, quien únicamente desvió la trayectoria del balón para ponerla a guardar. Era el 2-0 y parecía que se nos venía la noche en el Azteca.
La segunda parte fue más de lo mismo, misma tónica y similares conclusiones. México apretaba y El Salvador defendía, pero no había indicios que la Selecta pudiera siquiera descontar. Intentos fríos por pasar del mediocampo pero que terminaban en los pies de la defensa mexicana.
No fue hasta el minuto 63 que México lograría el tercero tras un balón perdido en el mediocampo que cogió a contrapié a la defensa y que definió Carlos Vela ante la salida de Henry Hernández.
De ahí en más el monólogo mexicano fue de ir y venir y lo cierto es que las sensaciones tampoco fueron las idóneas. La Selecta desentonó y no tuvo nada, ni argumentos ni recursos para intentar hacer algo más, eso sí, al margen del fútbol, es de agradecer y de hacer notar, el orgullo que ellos pusieron, la valentía para dar la cara en este momento en donde se habla más de polémicas que de fútbol. Fue una derrota llena de orgullo.
TEHABLODEFUTBOL.COM