Podemos ser claros y decir que la Selecta está destinada al fracaso en esta fase eliminatoria, y de hecho, es una teoría que mantuve desde el principio, a pesar que el masoquismo inherente a todo salvadoreño, nos obliga a creer en el milagro, en la épica y en la heróica, pero quitándonos la careta del raciocinio y hablando corazón en mano, todos quisiéramos que nuestro equipo pasara de fase y lograra acceder a la hexagonal final, donde obviamente, el camino es más complicado y difícil.
La Selecta ya tiene un nuevo once de cara a los partidos ante México y Canadá, el cual con muchas variantes y con poco tiempo de trabajo previo, obliga a pensar y creer que el futuro es más negro que la noche que me acompaña mientras escribo estas letras y que, nuevamente estamos a las puertas de un fracaso, más por decisión propia que por los resultados que muy probablemente vendrán.
Se habló mucho del tema de la negativa de los seleccionados a entrenar por incumplimiento de sus peticiones, posición que al final vino a equilibrarse producto de muchas otras versiones que obligan a pensar y creer que los federativos tienen también una gran parte de culpa de este problema, y que al final, es como un disparo en el pie el que nos hemos dado voluntariamente.
Ahora, el tiempo apremia, con poco trabajo en las piernas y nula o deficiente cohesión de grupo, el Azteca espera y México no es un rival fácil, por mucho que Maradiaga haya vendido desde un inicio que iba a ganar en el Azteca, y de ahí pasamos a tener que poner tres buses ante los mexicanos, por causa y culpa de jugadores y federativos mal llamados profesionales.
La hora se ha llegado, estamos a menos de 6 días de pisar el césped del Azteca y la desesperanza que me asiste no me deja mayores opciones a ser pesimista, y quizá, en el peor de los casos, también me obliga a creer que el partido ante Canadá será el que nos defina a qué debemos estar preparados, ese será el encuentro que marcará nuestra trayectoria, perder aquí será catastrófico. Ante México está presupuestado perder, pero hacerlo aquí de local, ante Canadá, será la consecuencia del tiempo perdido, ese que al final dicen, que hasta los santos lloran.
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