El fútbol nacional ha carecido de rumbo fijo y determinado en los últimos años. Se ha hablado mucho de procesos, pero lo que en verdad se ha hecho ha sido apagar incendios y cavar agujeros en la tierra para enterrar y esconder la basura y la podredumbre que no deseamos que siga a la vista fija del mundo entero.
La Selecta, como la liga local, navega por mares conocidos, llena de dudas y de incertidumbres por sobre las cuales, no existe una posición fija de las necesidades que le asisten, y donde tampoco, los entes rectores son capaces de asentar las bases sobre las cuales debería descansar un verdadero proyecto a largo plazo o al muy corto, según el objetivo que se busque.
Cuando pensé en un titular para este artículo, créanme que no pensé en hacer ninguna referencia al que se supone será el nuevo técnico de la Selecta, Ramón Maradiaga, no. Tampoco es un chiste malo sobre su apodo, “primitivo”, como muchos otros han hecho la analogía, “primitivo como nuestro fútbol”. No, tampoco haré uso de una referencia trillada a estas alturas del cuento.
Me pareció que lo correcto era referirme a las cavernas, por oscuras y tenebrosas, porque son lugares recónditos donde no llega la luz, donde no existe un lugar hacia el cual dirigirse para encontrarla y porque tampoco se saben ni se conocen los caminos que han de seguirse para poder salir del laberinto del que llevamos años transitando en círculos sin haber encontrado lo que andamos buscando.
Quizá, no lo hemos hecho, no porque no podamos, sino porque en verdad, quizá ni siquiera lo hemos querido encontrar. Existe una morbosa mezquindad para cortar todo lo que implique el largo plazo, y un masoquismo soberbio de saber que vamos a estrellar la cara en el piso con las decisiones, pero seguimos decidiendo lo mismo. Dicen que no puedes esperar resultados diferentes si haces lo mismo cien o más veces. La FESFUT sigue decidiendo mal, sigue haciendo y cometiendo los mismos errores de toda la vida. Un mal endémico que ha crecido como un cáncer y para el cual pareciera que no existe cura alguna, ¿o sí?
A estas alturas de la vida, da lo mismo quien sea el técnico de la Selecta, al fin y al cabo, siendo realistas, caeremos en la fase de grupos. Alguien piensa que podremos doblegar a México o a Honduras en la visita? ¿Alguien en verdad cree que México, Canadá y Honduras, caerán derrotados en el Cuscatlán y no robarán al menos un puntito? Señores! No soy apatrio, pero soy realista. Alguien piensa que “organizados” en la forma como estamos, improvisando cada paso, apagando fuegos y cavando agujeros en el piso vamos a llegar a un Mundial.
Si alguien piensa que sí, de verdad, lo respeto por su amor a lo desconocido y al masoquismo en estado puro, pero esto es fútbol y las diferencias están y son tangibles aunque no se quiera aceptar la verdad. Tenemos poco para lograr tanto y parte de esa culpa es de los dirigentes que siguen empecinados con el acento y el cortísimo plazo. No hay un proyecto de trabajo, no hay una base, no hay una estructura que obligue a esperar y formar jugadores, porteros, directivos. Todo lleva un seguimiento y una organización, precisamente, todos los elementos de las cuales carece nuestra Selección, y poca culpa tienen los jugadores, la principal es de los que dirigen esto del fútbol, aunque ellos sigan buscando a quien echar al fuego cuando todo termine y cuando nuevamente, nos quedemos fuera de un Mundial.
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