Como sacado de una película, Pedrito pasó de ser un joven con ganas de comerse al mundo a convertirse en un bastión en la delantera del Barcelona en tiempos de Guardiola, su velocidad al espacio y su olfato goleador le hicieron acreedor de la confianza del laureado entrenador que confió en sí, sobre todo en los tiempos de crisis.
La aventura de Pedrito en el Barça pasó de ser de la de un suplente más a ser un referente en los encuentros trabados, donde ni el olfato de Messi o el de ningún otro era capaz de llegar para destrabar los duelos más cerrados para convertirse en el héroe.
El gol ante el Shakthar en la Súpercopa de Europa fue tan sólo uno de esos grandes momentos del canario, ese tanto le daría el título al Barcelona de Guardiola, además, en el Mundial de Clubes de ese mismo año, un tanto suyo forzaría el alargue ante Estudiantes cuando el azulgrana se veía ahogado y sin chances claras de empatar. Ese título a la postre reposaría en las vitrinas azulgranas tras un gol de Messi con el escudo.
Goles de todas las formas, enormes en importancia y trascendencia, llevaron su nombre, el 17 en sus inicios y el 7 de Don Pedro, ese delantero veloz que marcó en el Bernabéu en el 0-2, que también anotó ante el Manchester United en la final de la Champions de 2011, y que, en su penúltima participación con la camiseta azulgrana, donde se presagiaba un adios del canario al club que le dio todo, se despidió con un gol in extremis, cuando el Barca estaba sin fuerzas y renegando de la debilidad en las piernas, encontraría al número 7, héroe de mil batallas, ante el Sevilla, equipo incombustible que ejecutó una magistral remontada de un 4-1 que parecía definitivo, el gol de la victoria, el que le dio al Barcelona su último título hasta este momento, la Súpercopa de Europa.
Pedro lo celebró en solitario, alejado del grupo, mientras sus compañeros celebraban lo logrado, quizá pensando en su futuro, quizá recorriendo la película de sus años mágicos, de sus goles maravillosos. Quizá sabiendo que extrañaría esas celebraciones con los que fueron quizá hasta cierto punto su familia, no lo sabremos.
Pedro se despide con una maleta llena de títulos y de goles, esos que lo convirtieron en el último gran héroe del barcelonismo. Su futuro y sus goles lo verá y celebrará en Londres, con el Chelsea.
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