El Barcelona se dejó ayer media Súpercopa Española tras hacer un ridículo histórico ante el Athletic de Bilbao, que fue un señor león haciendo honor y gala del mote que mejor los define como rival.
Tras la Súpercopa Europea ante el Sevilla, los de Lucho dejaron para el tintero las sensaciones, mejores y peores, en un solo encuentro, con la incertidumbre de saberse que a pesar de jugar en “pretemporada” los trofeos no son ni menos amistosos, más su carácter oficial los hace de por sí de obligatoria adquisición.
Excusas sobran y la principal, que el equipo aún no está en temporada oficial son las más buscadas y las más argumentadas, pero, en el papel, perder está permitido, más no haciendo un ridículo de escándalo como el que el Barça se dejó en San Mamés.
Error tras error, se ha dejado una pésima imagen en el camino, a expensas de un milagro y de una remontada, y en eso tampoco es que sea imposible, pero la tarea se antoja gigantesca cuando en la previa, el equipo viene de dos encuentros en los que el físico ha dejado mucho que desear y la falta de fuerzas en las piernas ha sido tan sólo, una pequeña parte de todos los males que aquejan a los Messi y compañía. Sufriendo se ganó ante Sevilla, apelando a la pegada y a una subliminal primera parte de Lío y del gol salvador y heróico de Pedro en la parte final, pero ante el Athletic, la historia fue muy diferente.
Los leones ganaron en pegada, en fuerza, en intensidad, en control, en dominio, en lo táctico y en cada espacio del terreno de juego. Hoy el Barça anduvo perdido, como fantasma, como si se hubiese quedado en el camerino, como si no hubiese en el horizonte un argumento claro que propiciara la motivación de llevarse al bolsillo el segundo sextete de su historia, -a expensas de jugar la vuelta de la supercopa y el Mundial de Clubes-. Así, el equipo se plantó con prácticamente medio equipo suplente, los cuales dejaron para el análisis, que nuevamente no dieron la talla, ni el nivel que se esperaba y que se exigía. Los Bartra, Vermaelen, Sergi Roberto o Rafinha fueron los principales señalados, pero lo cierto es que culpar individualidades cuando el equipo en general no dio la talla es terminantemente vulgar.
Vulgar, como lo fue el equipo. Poco y nada, y a esperas de vender que la bandera de la remontada es la salvación, y sí, para motivarse bastaría tirar de la hemeroteca y se encontrarían duelos que han sido remontados pero con diferencias y guiones dispares al vivido hoy en San Mamés. Chelsea, Atlético de Madrid, son los primeros que se vienen a la mente, pero en esos encuentros las diferencias eran salvables y se trataba de goles en un mismo partido, ahora la situación cambia, el 4-0 no solo es una blanqueada en toda regla, sino que además trasciende el imperativo de la incertidumbre si el equipo estará física y psicológicamente preparado para tal hazaña.
No me quedan dudas que en el Camp Nou será diferente y volverán los ausentes de inicio, Iniesta, Busquets, Piqué, entre otros, pero en teoría el Athletic se ha embolsado el 80% de la Súpercopa, eso sí, los milagros en el fútbol todavía existen.
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