El partido amistoso ante Honduras, es la previa de lo que nos espera en el inicio del camino a Rusia 2018 y cabe preguntarse, si estamos al nivel que se requiere para afrontar tal compromiso, o en verdad estamos a las puertas de una nueva decepción.
Sin ánimo de ser alarmista, si celebrar que “mejoramos” en el juego, a expensas de la expulsión de un jugador rival, entonces apaguemos y vámonos. Lo de este día, desnuda ferozmente las deficiencias enormes que existen en el esquema de Roca, mismas que vienen fundamentándose en la falta de gol… y que digo falta, si estamos ausentes de celebraciones desde hace 280 minutos en la era Roca. Nuestros delanteros no meten un gol ni poniendo una meta de fútbol americano. Lamentable pero real.
Una sarta de errores limitaron nuestros recursos, -si es que los hay- pero queda a deber este equipo, estos jugadores y quizás hasta el mismo técnico. El mal rechazo de Derbi en el penal y la displicencia defensiva a esperas de una falta que jamás se pitó, son una pequeña muestra que en madurez y experiencia para este tipo de encuentros, estamos verdes.
Honduras, con la expulsión, le puso el oficio, manejó a su antojo el encuentro y aguantó lo que tenía que aguantar. Un 2-0 era demasiado corto para los catrachos para aguantar casi 60 minutos de partido, pero a su vez fue una ventaja demasiado grande para nuestra Selecta que no tuvo ni los medios, ni las ideas para intentar siquiera el empate.
Pese a la superioridad numérica, la Selecta no pudo nunca encontrar la serenidad para intentar descontar y de ahí tirar de la remontada para encontrar el empate. El jugador de más, no hizo mayor ventaja, quizá ni se notó, los hondureños no vieron peligrar el resultado. Finalmente se quedaron con la victoria y nosotros, con una enorme cita con la reflexión.