No hace mucho Atlético Marte estuvo a las puertas de cumplir una gesta enorme, salir campeón en un torneo de encanto, con nacionales y siendo el mejor equipo del torneo regular, pero la gasolina se acabó en semifinales y de ahí a la derrota tan sólo en dos partidos habiendo hecho méritos para algo más.
De ahí en adelante, el cuadro bombardero ha venido navegando y coqueteando con la señora de los descensos, y este torneo, principalmente, las alarmas estaban sonando fecha tras fecha. Curiosamente, a pesar de la cercanía de la segunda división, más que la permanencia, el marciano tuvo momentos de lucidez y de satisfacción al cumplir con victorias y buenas actuaciones para poner presión a Pasaquina, mismo que también sonaba para el descenso, pero que transcurridas las jornadas fue adquiriendo mayor empuje y regularidad, elementos que a Marte le faltaron en muchas ocasiones.
Depender de los resultados ajenos y no de los propios siempre es un arma de doble filo. Marte lo sabía, y por ello desde que se dio el pitido inicial ante Dragón salió como una tromba, consciente que “no había mañana”, una de las frases que más sonó entre los jugadores segundos antes que Joel Aguilar sonara el silbato y el balón comenzara a rodar.
De todos los jugadores, Javier Gómez era el que quizá, más arengaba a los suyos, recordándoles que había que concentrarse, que había que ganar, que ayer no se podía perder. De eso hubo mucho, pero el equipo completo necesitó poco. El vendaval marciano apabulló al Dragón, Lester Blanco fue la punta de lanza y machacó la faena con dos goles, que pudieron ser 3 o 4, pero entre sus fallos y salvadas del meta rival, no pudo ampliar su cuenta goleadora.
La goleada que Marte le propinó a Dragón, tal vez fue lo menos importante, pues, a medida avanzaban los minutos, el “run run” en los graderíos tomaba más fuerza. El gol de Pasaquina ante la UES, hacía estéril este resultado, victoria por la mínima o por goleada, daba lo mismo, si los burros ganaban, Atlético Marte descendía, por muchos goles que marcara el destino estaba trazado.
Cuando Joel Aguilar pitó el final, el silencio se apoderó del estadio, la afición presente aún esperaba el final del encuentro de Pasaquina, un gol de los universitarios hacía volver la esperanza al cuerpo de los bombarderos, pero la espera fue eterna y el empate jamás llegó. Pasaquina era de primera y Atlético Marte descendía nuevamente, el desenlace de esta novela cuyo final estaba casi cantado, el conjunto marciano desaprovechó sendas ocasiones para acercarse a la salvación pero fallaron cuando menos debían.
Entre lágrimas de unos y el desconsuelo de otros, los jugadores se marcharon lentamente hacia camerinos, mientras, algunos aficionados de los pocos que aún quedaban en las gradas, gritaban palabras de aliento a sus jugadores: “Volveremos”, “Se hizo lo que se pudo”. Así, el equipo bandera abandona la primera división dejando tras de sí un vacío, una corta afición y un estadio lleno de victorias y resultados frustrados, que contrastan con sus años de gloria e historia. Por ahora, la desolación les acompaña, ¿volverán? no sabemos cuando.