Fácilmente, Riquelme podría entrar en el top3 de los mejores 10 creativos del planeta fútbol, si no es que ya lo está, pero en su espectacular carrera queda siempre en la retina la pisada famosa del balón, el regate, el posicionamiento para cubrir el balón y los caños, esos que desatan delirios y sorpresas a quien los ve en un campo de fútbol.
El 10 argentino, el de Boca, Román Riquelme decidió colgar sus botas y con él, su fútbol se despide, como hecho fatídico que a todo futbolista le llega, se dedicará a la familia y a comer asado con los amigos, pero el fútbol le extrañará, el esférico también.
De Román las habrá muchas anécdotas como tardes de fútbol, como goles espectaculares y pases de cirujano en forma de asistencias en la previa de un gol. Pero el 10, ese pie derecho moviendo el esférico y manejando los hilos de su equipo, eso quedará para la historia.
Riquelme deja su legado, un enorme hueco en Boca, el número 10, como antes lo dejó Diego tampoco volverá a ser el mismo. 11 títulos con Boca, entre ellos tres Libertadores y una Intercontinental, un campeonato Mundial Juvenil de la mano de José Pekerman, uno de sus grandes impulsores, una medalla olímpica dorada, escalas en Barcelona y Villarreal, la conducción de la Selección Nacional. Su historial es enorme y su amorío con Boca también. La historia nos lleva a aquel título Intercontinental, quizá la cúspide de su carrera, con aquel Boca campeón con el Virrey en el banquillo, con el Guille y Martín como puntas de lanza, el Madrid nunca supo cómo detenerlo, o sí, con faltas al tobillo. Pero ni así pudieron evitar que Boca se consagrara como el mejor equipo del mundo, en un momento donde el Madrid se autodenominaba como tal.
Su paso por España, también se decantó por Barcelona, donde Van Gaal le esperaba con los brazos abiertos, admirador de su juego, se antojaba un equipo de ensueño, pero esa relación no terminó bien, es más, a su llegada, el holandes fue claro y le dijo: “Usted es el mejor jugador cuando tiene la pelota, pero cuando la pierde nos deja con uno menos, acá tenemos un sistema y usted va a tener que jugar de puntero izquierdo”. La temporada las tuvo, y Riquelme fue más banquillo que titular, su juego estancado tuvo que buscar la puerta de salida y recaló en Villareal, donde de la mano de Pellegrini estuvo a un penal de meterse en la gran final de Paris en la Champions, pero no fue, el fútbol es así de caprichoso.
Román ahora, dice hasta aquí, el fútbol ya no me dará más. Pero para los enamorados de su juego y de su pegada, quisiéramos volver el tiempo atrás, pero ni así. El fútbol hoy dice adiós a un grande, la pelota hoy está triste.