Tristeza. Si, no se puede estar peor, aunque en el fondo la satisfacción de volver a ver a Águila disputar en una final, borra todo el calvario que se tuvo que sufrir para vivir de nuevo una definición de campeonato, que la final de cuentas, se perdió, si, por la siempre injusta y descolorida ruleta rusa de los penales, en el que de un fallo o de un acierto depende tocar la gloria o caer al infierno.
El infierno, precisamente el descenso que Águila sorteó hace unos cuantos meses, tiempo que fue suficiente para reconstruir al equipo y lograr intentar ganar la 16. Se llegó a la meta, se acarició la copa, pero nos quedamos con la sensación que pudo ser, tan cerca, pero tan lejos. Metapán nos dejó helados. Minuto 113, Nicolás recibió un balón adentro del área, se dio media vuelta y definió abajo para vencer a Benji. Era el 1-0, poco, demasiado poco para una final en el que ambos equipos se dedicaron a jugar bajo un ajedrez táctico sin querer sacarse ventaja y más queriendo reservarse para no ceder ante sus debilidades.
El encuentro moría, Águila estaba sorprendido, -quizá todos, los que estaban en el estadio, los que estuvimos afuera, y los que tampoco veìan con buenos ojos esta final por su disparidad de afición-; pero tampoco bajaba los brazos, en una última descolgada por banda derecha, Baires recibió un balón de oro, definió de primera y mandó el balón a guardar a las redes. Era el empate, el 1-1, el gol que le devolvía la esperanza y la ilusión, el Cuscatlán, repleto de aguiluchos estalló en júbilo y las sensaciones de una nueva corona seguían intactas.
Tiempo extra. La misma historia, duelo táctico, sin arriesgarse nada, la tanda de los penales estaba anunciada, quizá, desde que comenzó a rodar el balón al minuto 1. En la previa, Jorge Rodríguez y Daniel Messina se guardaron respeto, quizá demasiado, y producto de ello, ninguno arriesgó en la pizarra, en la cancha era un ir y venir sin mayores peligros, ni siquiera en el alargue parecieron motivados a darse alguna ventaja.
Águila desentonó en los penales, Calheira, Posadas y Baires fallaron el suyo, mientras, Monterrosa, Merino y Molina marcaron el suyo para dar a Metapán su décima corona y lograr ser el primer tricampeón del fútbol nacional. Águila quedó a deber, pero con la sensación que va por buen camino; Metapán, a lo suyo, ganar mucho con lo mínimo.
Enhorabuena a los metapanecos de buena voluntad.