No, no mato mi chucho a tiempo, pero las sensaciones que me dan sobre este Barça siguen siendo igual de desalentadoras como lo fuera la temporada pasada con el Tata. Sin alma y sin un estilo de juego definido, es más, considero que este equipo hoy en dìa ha perdido la identidad con la que tanto hizo pecho en los últimos años.
La letanía de jugadores manifestando que “no se volverá a ver jamás al Barcelona de Guardiola” no solo alejan de sí la necesidad de sentirse obligados a repetir 14 títulos en 3 años, o a considerarse el mejor equipo del mundo, o ser la referencia y el espejo que cualquier equipo podría evocar para alcanzar la perfección en el juego que solo Guardiola y sus jugadores lograron alcanzar, sino que, además, alientan el desánimo, las dudas y las críticas de una afición poco paciente y que exige más temprano que tarde, títulos, Ligas, Copas, Champions.
El clavo en el ataúd lo puso Guardiola hace unos días, al decir que “no volvería a entrenar al Barcelona”, quizá pensando en un posible retorno o también evitándolo, y no por falta de amor, si no porque para él, un ciclo terminó y ese no se repetirá jamás, al menos no como entrenador. Así, el Barcelona o también muchos que veíamos con buenos ojos su retorno, siempre y cuando Laporta también regresara a la presidencia de Can Barça, nos quedaremos con la gana de ver la versiòn 2.0 de equipo que una vez encumbró al olimpo del fútbol, el mismo Guardiola, de la mano de Xavi, Iniesta, Messi, Henry y el mismo Eto´o.
A ciencia cierta, no cabe dudas, que algunos de estos jugadores, que fueron clave en esta historia dorada, han dado ya casi todos sus pases de oro, pero tambièn es cierto, que el plan B o el recambio generacional tampoco se está dando, llegó y se fue Fabregas como el auténtico recambio para Xavi, subió de la cantera Thiago con el mismo objetivo, pero se marchó al Bayern de Guardiola, llegó Zlatan para suplir los goles de Eto´o, pero se marchó después de su primera temporada y así, el Barça se quedó sin cumplir la transición añorada y más bien deseada, quizá previendo y queriendo evitar el momento que se está viviendo ahora.
Aún cree su servidor que Messi tiene mucho para dar, y su bajón goleador se debe más a circunstancias derivadas del esquema táctico del equipo y a la falta de cohesión que aún se respira entre las piezas, eso si, se debe decir, que lejos de una falta de acoplo de las nuevas piezas, las viejas tuercas ya no dan el soporte que el equipo necesita y tampoco están conjuntándose en gran medida con los nuevos integrantes del vestuario.
Falta ver la explosión de Suárez, el empuje de Neymar, pero sobre todo la zurda mágica de Messi, y no le diga Messidependencia, si no más bien, la ausencia de un equilibrio que genere el orden desde la salida del balón hasta su traducción en gol. En defensa el equipo es un “piece of cake” tan frágil que el medio campo tampoco ofrece la estabilidad y la creación del fútbol que los delanteros necesitan, así, Messi, Neymar o quien sea el referente en ataque se ve huérfano de fútbol.
La transición, incluida en el banquillo, tampoco aporta soluciones, pero quizá, está lejos incluso, de ser el mal mismo del equipo, todo pasa por la falta de intensidad, de creerse que aún se tiene fuego en las piernas. Con sólo rememorar viejas glorias no se ganará nada, y esto también afecta a la plantilla, la comparación mezquina entre el Barcelona de Guardiola, de Tito, del Tata y ahora de Luis Enrique.
Hasta que Lucho encuentre la tecla, imponga su estilo y defina las cosas claras, el equipo no podrá salir del rumbo que lleva, eso si, “crisis” que se ve acentuado por los resultados del equipo blanco, pero tener al rival a 2-3 puntos de distancia, tampoco puede considerarse un punto de inflexión, una derrota anunciada o un fracaso definido. Todo dependerá de la fuerza mental del equipo y de las ganas que demuestren para sacar adelante los resultados, si no, si la brújula no apunta a otro horizonte, este año también se quedará en blanco.