Resultado justo. Superior Madrid, pésimo Barça. Las cosas como son.
Tras un brillante inicio y con la ventaja de un gol de camerino, el Barça volvió a sus orígenes para controlar el marcador y el resultado, en base al juego de posesión que tantas alegrías, victorias y títulos les hizo ganar, más no obstante, en un abrir y cerrar de ojos, se desplomó como un castillo de naipes, con más pena que gloria.
Se vale perder, y cómo no, pero perder sin intentarlo era una de esas frases que tanto se le atribuyen a Guardiola. No es el hecho de caer derrotado, sino, hacerlo sufriendo por impedirlo hasta el último momento.
Luis Enrique fue valiente y puso todo lo disponible en ataque desde un inicio. Poco sabe su servidor si Luis Suárez estaba para ser titular en un partido de vital trascendencia, y es que el uruguayo, no sólo pasó inadvertido, sino que, sus apariciones intermitentes y poco influyentes en ataque fueron matizadas de alguna forma, por la cantidad de marcas y espacios que robó durante los minutos en la cancha. Físicamente se vio bien, técnicamente se notó la falta de fútbol en sus piernas, condicionante que tan sólo el ritmo de juego podrá devolver, pero en términos de resultado, muy poco para el delantero charrúa.
Se habló tanto del récord de Zarra que se olvidó analizar los posibles escenarios del encuentro, un Madrid rebosante físicamente contra un Barça que en este campo lleva las de perder, y no por inferioridad, sino que, al perder el control del balón y de los tiempos, los azulgranas son débiles y pierden la brújula del encuentro. Así, el Madrid logró posicionarse del esférico, del marcador y del juego. Un error in extremis de don Andrés, contribuyó de sobremanera para que el marcador se ampliara, lo que ocasionó que los jugadores azulgranas bajaran los brazos antes de tiempo, perdidos y sin sentido.
El juego aéreo fue una constante desazón. Claro está, la altura promedio de los jugadores del Barça no da para este forcejeo, tan sólo Piqué, Mascherano o el mismo Mathieu son capaces de poner un muro por arriba, pero los malos marcajes y la descompensación defensiva entre uno y otro generó que el carnicero Pepe marcara e hiciera pecho de las diez champions que se le atribuyen al equipo que defiende.
No apareció Messi más que para intentar hilvanar el juego, pero no trascendió en sus intentos, salvo la que evitó Casillas, Lío se quedó con la pólvora en la recámara y fuera de debates de récord goleadores, el argentino no brilló como es habitual ante el conjunto blanco.
De ahí en más, el Barça se encargó de devolver a la vida al Madrid, dos regalos propios lo pusieron arriba en el marcador, y con el 3-1 en contra, lo mejor era que se pitara el final, impensado e insensato, el conjunto de Luis Enrique cayó víctima de sus propios errores y de la pegada de los de Madrid, que en la pizarra táctica y técnica fueron superiores. El Barça terminó el encuentro sin los ejes del mediocampo y con la sensación que una alineación diferente pudo haber tenido conclusión distinta, pero vamos, que para eso le pagan a Lucho y no a mí. Hay mucha liga aún, pero no se puede poner de excusa que el equipo sigue en etapa de reconstrucción, tan solo Mathieu, Bravo y Suárez entraron como titulares y debutaron en el clásico, el resto, es la base de los últimos años. Hay más atrás de esto, y es la ausencia de un equilibrio entre líneas y el recambio generacional que sigue sin encontrar un plan B.