Sin tener un inicio brillante en Champions, el Barça de Luis Enrique sufrió el efecto de las rotaciones al sufrir nueve cambios respecto del equipo que ganó al Bilbao, y si esto fue bien visto por el espectador, no lo fue para su juego. Costó encontrar los caminos, de la misma forma como ha sido este inicio de temporada, eso si, valga recordar que ha sumado victorias en cada uno de sus encuentros, invicto y con la portería aún sin perforar, el Barça naufragó en cada ocasión que intentó encontrar los espacios ante la muralla defensiva del Apoel, equipo que incluso puso a peligrar la victoria de los de casa.
Claro está, en Champions cada encuentro es diferente y cada rival hace lo justo y lo necesario para sacar la mayor cantidad de puntos o el resultado que mejor convenga, haciendo el fútbol que mejor provecho le genere. Así las cosas, el Apoel machacó al Barça y aprovechó la poca conjunción entre los presentes, llámese Neymar, Piqué o el mismo Xavi. Claro los papeles para cada uno, tuvo que llegar Piqué a ser el eslabón perdido, criticado por parte de la grada, demostró que deportivamente aún tiene el fuego necesario para alinear la defensa y salir con balón al pie para comenzar la ofensiva. El espigado defensor abrió la ruta del gol, de la victoria y anotó el único gol del encuentro, una victoria que se escribiría por la mínima.
Lejos de ser espectacular, el resultado habla por sí mismo, y aunque es quizá, injusto cortar cabezas por el poco entendimiento o por la falta de fútbol, cuando en verdad, poco y nada los titulares de esta vez habían visto acción en las últimas jornadas. Cabe recordar que sigue siendo un proyecto en construcción y aunque se han desterrado las ideas de Martino, la idea de Luis Enrique día si y día también comenzará a rendir frutos.