Sensaciones de ánimo y optimismo se respira en el entorno de la Selecta, principalmente en los aficionados que creen y confían en que este puñado de jugadores son la base y la clave para un futuro en nuestro fútbol.
Creo que en el fondo -y en mi opinión- da lo mismo no disputar una final, sea por cuestiones reglamentarias o porque tampoco la diferencia particular con Guatemala nos favoreció. Lo que de verdad debería alegrarnos y levantarnos el ánimo, es que por fin hemos logrado salir del abandono de la Selección y hemos podido disfrutar de tres buenas actuaciones del combinado nacional en la Copa Centroamericana, con dos victorias y una derrota, eso sí, con una idea clara de lo que Albert Roca intenta transmitir a los jugadores y procurando siempre, encontrar el esquema ideal para llevarla a cabo dentro de la cancha.
Quizá una de las cosas que sigue causando daño, es la superioridad que algunos intentan vender cuando ni siquiera se han jugado los partidos; a Belice lo pintaron como un “hijo” ante la “paternidad” de la Selecta, pero claro está y como siempre ocurre, en la cancha las palabras son solo eso y hay que emplearse a fondo, aún, con aquellos rivales, que en el papel -y nada más- se pintan como de menor jerarquía. La Selecta, los jugadores y el cuerpo técnico no deben caer en favoritismos anticipados.
Ahora, se disputará un tercer lugar, ya con el boleto a la Copa Oro asegurado, lo mejor que le puede venir a este grupo es mantenerse unidos, conseguir fogueos de calidad pero sobre todo, la continuidad, ese tema espinoso que casi provoca cáncer en algunos que se empeñan en destruir lo bueno que poco a poco se construye.