El vendaval dio paso a la luz, nuevo torneo y nuevos jugadores, algunos de ellos jóvenes que quieren demostrar su valía y su peso en el ámbito local y qué mejor manera de lograrlo con la camiseta negronaranja, un equipo de tradición que sí o sí, debe estar en todas las finales y por supuesto ganarlas.
El reto de Águila pasa por devolver alegrías a la afición, que se cansó de la derrota pero que apoyó fielmente hasta el último instante, aún a sabiendas que las lágrimas de la derrota eran próximas y que el duelo general sería desastroso. Para la afición aguilucha, la dignidad perdida es una cuestión de honor, una corona suplirá las carencias de victorias en poco más de 2 años, y devolverá nuevamente el sitio que se merece. Ese que se perdió y que no se ha encontrado el camino para devolverle a su trono.
La directiva ha hecho su trabajo, nuevo técnico, nuevo equipo, prácticamente el 90% de jugadores son nuevos, y en el peor de los casos, la adaptación es el único obstáculo entre la implementación de una idea, pero entre lo táctico y el deseo, existe tan sólo una delgada línea, si los jugadores y todos los implicados se conjuran en ponerse la vida en cada partido, la victoria se comenzará a gestar paso a paso.
Sólo el tiempo dirá si éste torneo será para nosotros, pero esto también será una exigencia para los jugadores, quienes son los que lideran este nuevo proyecto, que en pocos días comenzaremos a disfrutar.
La parroquia migueleña, y en especial la negronaranja, está sedienta de una nueva corona, cualquier otro resultado que no sea ese, tendrá nuevamente un sabor amargo.
Suerte Águila, suerte jugadores, suerte directiva, y por supuesto, suerte a toda la afición negronaranja.