La Argentina no sólo es un cúmulo de dudas, sino que ha sido incapaz de mostrarse dominador en el marcador, a pesar de hacerse con los hilos de un encuentro que en los papeles era más accesible de lo que al final de cuentas en la cancha se desarrolló.
Una aplicada selección iraní, sacó a relucir las falencias en ataque de la ofensiva argentina, que sigue esperando que los cuatro fantásticos del ataque ofensivo formado por Messi, Agüero, Di María o Higuaín afinen el punto de mira y marquen los goles que tanto se esperan de ellos.
Cierto es que Messi ha marcado los dos tantos que le han valido por victorias al combinado albiceleste, pero aún queda la sensación que por juego, queda y falta mucho por ver en las botas mágicas del astro argentino.
Curiosamente, hasta antes del único tanto del encuentro, la figura era Sergio Romero, el arquero argentino que ha salvado a Sabella y los suyos de sufrir más de la cuenta en ambos encuentros, pero seamos sinceros, ese es parte de su trabajo, mantener su portería sin goles durante la mayor cantidad de minutos. Quizá, la mayor deficiencia de Argentina, no es la poca cantidad de goles que ha marcado, sino el funcionamiento colectivo, crear juego y oportunidades pero ser incapaz de concretarlas y a consecuencia de ello, terminar sufriendo casi pidiendo la hora para evitar empates en los minutos finales de sus encuentros.
La debilidad en la defensa argentina fue notoria y eso lo intentó aprovechar Irán, que tuvo las propias en ataque para llegar con peligro, pero que se quedó en eso gracias a las tapadas de Romero.
Justo cuando el encuentro moría en el empate, Messi se encargó de que un zurdazo suyo se colara por todo el palo derecho del arquero para decretar el gol de la victoria y de la clasificación albiceleste, que se las verá en la última jornada ante Nigeria