Bélgica, llamado siempre a ser una sorpresa agradable en los Mundiales, terminó lleno de júbilo pero muerto del susto que Argelia lo hizo sufrir durante gran parte del encuentro.
Poco he visto jugar a Argelia, lo admito, pero no puedo evitar decir que calidad técnica tienen sus jugadores, probablemente en lo táctico estuvo su déficit; tirarse demasiado rápido atrás a defender la ventaja, cuando hay demasiado tiempo por delante, no sólo es suicida, sino también innecesario, teniendo un equipo que se abre en ataque y te deja los espacios, el contragolpe es la decisión.
Así lo planteó el técnico argelino después de encontrar la ventaja en un penal infantil pitado por falta de Vertonghen, de ahí en más, Bélgica sufrió en exceso, no poder concretar, falta de definición… se toparon con un muro enorme al cual no le encontraban la vuelta.
Los cambios fueron claves para Wilmots, entró Mertens, pero aunque fue más influyente en ataque, no terminaba de encontrar el pase final para encontrar el empate, tampoco el ingreso de Origi, hizo mejor las cosas, fue hasta que ingresó Fellaini, que el panorama cambió, tuvo mejores opciones en ataque, más presencia en ofensiva, el espigado jugador puso en aprietos a sus defensores, y tuvo mejor consistencia en menos tiempo que lo que los delanteros habían hecho previamente.
Por fin rompería el muro, un centro desde la izquierda por De Bruyne, encontró la cabeza de Fellaini, quién con un sútil cabezazo la envió lejos del arquero argelino para decretar el empate. Pero sabedor de la necesidad de victoria en el primer encuentro, lo siguió buscando Bélgica y producto de su ímpetu, encontraría el de la victoria. Un contragolpe de Hazard, encontraría a Mertens, quién se plantó y fusiló al meta africano para marcar el definitivo 2-1 que a la postre le daría la victoria a los belgas con mucho sufrimiento.