Era muy difícil imaginar y casi imposible de creer que ante Costa de Marfil y España, la Selecta no se traería un costal de goles en el hombro, por la magnitud de los rivales, por su calidad técnica, pero por sobre todas las cosas, por el poco y nulo trabajo que nuestra Selección ha tenido en casi un año, donde la inactividad hizo su agosto.
Sensaciones buenas, otras menos buenas, pero aceptable en términos generales, era el momento que la Selecta volviera a los terrenos de juego, que se dejara en el pasado el tema de los amaños y que nuvamente, la pasión por el fútbol y por la Selección dejaran atrás, los conflictos sociales que padece nuestro maltrecho país.
Lo rescatable de estos encuentros, no debería ser el hecho de no salir goleados en ambos encuentros, sino la actitud y la entrega que los nuevos jugadores pusieron en la cancha, es muy aceptable el rendimiento del equipo que puso Albert Roca, pero lejos del resultadismo, queda claro que hay mucho, mucho trabajo por hacer.
El material humano está presente, faltará nada más establecer y desarrollar lo que siempre pedimos, un trabajo coherente, una planificación a largo plazo, entendimiento entre todas las estructuras del fútbol, federación, equipos, jugadores, afición, todos.
Es un buen inicio, aunque con dos derrotas, pero que se compran y se digieren rápidamente por los antecedentes que hemos venido arrastrando y porque no se había hecho absolutamente nada por recambiar el rumbo. Nuevo técnico, nuevas ideas, nuevos jugadores, eso es bien. Sigo pensando que la Selecta, por salud de todos, deberían integrarla todos los que no han tenido implicación ni salpicaduras con los amaños, creo que llamar a los que salen de sanciones, no sólo entorpecerá el intento de reconstruir la confianza en la afición, sino que, además, evitará que exista compromiso serio con la Selección Nacional, siendo esto, lo que más necesita este nuevo proyecto, confianza y reconexión entre afición y el equipo.