Creo que a todos nos han sorprendido las declaraciones de Alfredo Pacheco y Ramón Flores en torno a las acusaciones que han emitido contra la FESFUT, Méndez Cabeza, Benji Villalobos, Rodolfo Zelaya y Carlos Monteagudo, por el tema de los amaños en la Selección Nacional.
A destiempo o patadas de ahogado como se dice, lo cierto es que esas declaraciones llegan más tarde y fuera del contexto investigativo que en su momento se llevó a cabo para conocer las posiciones de cada uno de los involucrados en esta penosa situación. Salir en este momento a señalar con el dedo a excompañeros y dirigentes, no sólo abre la puerta a las sospechas que muchos han manejado sino que vuelve a poner en entredicho la poca credibilidad que para la gran mayoría ha tenido esta gestión de los directivos.
Lo correcto debería ser, la presentación de las pruebas – de descargo o incriminatorias- si las hubiere siguiendo el debido proceso, aunque pienso que en este momento, estas declaraciones suenan a enojos y rencores, más que a denuncias, y que, por el momento, por el tiempo transcurrido cabe preguntarse: ¿por qué no se denunció antes? ¿por qué esperar hasta hoy para abrir la boca? ¿por qué no lo hicieron cuando estaba abierto el proceso de investigación?
Preguntas que cabe hacerse pero que muy probablemente tendremos respuestas en los próximos días, aunque sigo creyendo, que mientras no se presenten pruebas fehacientes, los señalamientos carecerán de valor y solamente abrirán una nueva página de esta penosa novela que le ha tocado vivir a la Selección Nacional. Esperemos.
