Terminó la pesadilla. El torneo en su fase regular ha llegado a su fin y en el camino únicamente quedan los vestigios de un equipo que llegó a la última jornada aún sin saber su propio destino, pero con la ventaja en la tabla de saberse que dependía de sí mismo para evitar -en ese momento- el repechaje por el descenso.
Águila terminó en igual forma como comenzó, con una derrota y con la sensación que el resultado no definía nada, más si peligraba que una victoria de Firpo obligara a un partido de desempate para definir el descendido.
Ni ton ni son, el negronaranja fue superado por la UES, que tampoco vendió un cierre de torneo honroso como local para favorecer a Águila y ayudarle a permanecer en primera división, los universitarios entraron a tope como si fueran ellos los obligados a vencer para salvar la categoría, mientras el emplumado no demostró nunca los deseos de -al menos- despedirse de la gran afición que le apoyó, con una victoria.
Poco se puede inferir del encuentro, más únicamente, que la derrota y el empate de Firpo ante Dragón, le sirvió para quedarse en primera, eso y nada más, sin rumbo y sin garra, así no se puede y no se va a ningún lado, pero al final de cuentas, de poco sirve ya analizar si el equipo no puso en la cancha los “valores” que debió poner, Dragón colaboró en la causa aguilucha y mandó a Firpo a segunda. Increíble que hubo que depender del vecino de ciudad, cosas de la ironía.
Ahora, vendrán vientos de cambio, probablemente una completa revolución en la plantilla, muchos se irán y pocos quedarán, todo pasa por decidir primeramente el futuro del técnico, si habrá continuidad o no, de ahí vendrán los cambios y los nuevos jugadores que hayan de llegar.
Águila debe pelear siempre por ser campeón no pelear por no descender.