De nada sirve darte golpes en el pecho cuando las cosas van mal, para luego torcer tus decisiones y hacer de lado la vista dejando pasar todo por muy malo que sea.
Es como todo en nuestro fútbol, es necesario que surjan brotes de violencia en los estadio para retomar el tema de seguridad y la necesidad imperiosa de “hacer algo”, lamentablemente eso es algo que jamás llega a concretarse, y lo normal es acceder ante las presiones de los equipos apelando al aspecto económico, quizá, el punto clave y la balanza sobre la que pesan todas las decisiones que tengan que ver con lo deportivo.
Es risible que el domingo después de haberse disputado los encuentros de FAS y Alianza, muchos salieron micrófono en mano apelando a una dura sanción para ambos equipos a causa de sus aficiones, sus peticiones fueron oídas y se sancionó a ambos equipos prohibiéndoles el acceso de sus aficiones a los estadios, aplausos.
Pasó menos de 3 días después de la sanción para que Atlético Marte y Juventud Independiente apelaran y recibieran un voto favorable para que el encuentro no se celebrara sin afición, todo, a causa del dinero de las entradas que dejarían de percibir. Es cierto, un país tan pobre como el nuestro, donde el fútbol tampoco es que genere millonarias ganancias, -y me enfoco en los encuentros de la primera división- predomina el interés económico para los equipos, razonable, pero también es cierto, que si desean mantener saludable la economía del equipo es importante invertir en seguridad, un tema ya desgastado y que solamente es noticia del día cuando suceden, pero luego se engaveta y se olvidan de él hasta que nuevamente vuelve a suceder en los estadios.
Al final, siguen siendo los mismos los que generan violencia, y los mismos a quienes día si, y día también se les perdonan las desfachateces y la poca convicción de espíritu deportivo que se presupone debería reinar en el fútbol, son los mismos de siempre. ¿Hasta cuando?