Se puede ganar de muchas formas, también se puede perder por otras tantas, pero el estilo es lo que diferencia y le da a uno un estatus superior al del otro.
En lo personal prefiero un estilo de posesión y monopolio del balón, de las acciones y de los hilos de un encuentro, quizá quedé influido por el Barca de Cruyff pero mucho más por el de Guardiola, por lo que debe saber mi estimado lector que soy fiel a un estilo propositivo y que gusta de controlar todo en la cancha.
Para gustos hay colores, para ganar hay muchas formas, pero muy pocas me generan tanta antipatía como el Chelsea de Mourinho, en fin, descreo de las formas del portugués, de su estilo y del juego que impone en sus equipos.
El tándem ganador de títulos en ligas europeas lo hacen como uno de los mejores y de eso no me queda la menor duda, tampoco que su carácter encarador y sobrio hace que la atención se desvíe hacia él y mucho menos hacia sus jugadores, Mourinho es un técnico ganador, de esos capaces de desarticular el fútbol de un equipo y destruirlo con golpes certeros en los momentos claves de un encuentro.
Lo han sufrido muchos, el Barcelona, Manchester United y City, Arsenal, Bayern, en fin, el último en sufrir una debacle como la que supone atacar con todas tus fuerzas durante 90 minutos y terminar perdiendo 0-2 ha sido el Liverpool, con un Chelsea agazapado en la cueva pero mordiendo en el momento justo aprovechando los errores ajenos para disfrutar de la muerte lenta, y además, salir victorioso gracias a la desidia del rival en conseguir el empate con sus 10 hombres buscándolo en terreno ajeno.
Si algo tiene Mourinho es ser un grandioso estratega, pero muy poco mérito tiene serlo, y dedicarse a encerrarse con un equipo con valor superior a los 1000 millones de euros, con vocación netamente ofensiva y plantar un muro de 10 hombres colgados bajo propia puerta esperando que su presa cometa un error para ir de cacería.
Como dije en un principio, hay formas y medios, para algunos serán justificantes, para otros, como yo, prefiero perder con una idea propositiva, aunque algunos oportunistas dirán que los títulos son los que importan, pero creo que nadie recuerda a la Alemania campeona del 74, si no todo lo contrario, la naranja mecánica de Holanda fue un referente de buen juego y gran estilo durante mucho tiempo, por lo que, hay casos y excepciones, pero para todo, siempre habrá un camino diferente para conseguir los triunfos.