He visto innumerables veces la repetición de esa mano que el árbitro Marlon Mejía pitó como penal, y en ninguna de ellas puedo poner una mano en el pecho de Deris Umanzor, imperdonable. Ahora no sé contra qué en verdad juega Águila, si lo hace contra los once jugadores que saltan a la cancha o también debe hacerlo contra el arbitraje que pita lo que no existe, y que favorece irremediablemente al rival cuyo único mérito fue aprovechar los errores locales y aprovechar las claras con que contó.
Soy poco para justificar empates o derrotas por culpa y causa del arbitraje, pero visto lo visto ayer, tal parece que las victorias de Águila comienzan a doler por donde sea que se vea, el negronaranja tiene mérito en todo esto, ha logrado sobreponerse del mal paso y acumula ya 3 victorias y un empate, son 10 puntos de 12 posibles, lo que le ha ayudado a apaciguar un poco el mal clima de ubicarse en posiciones de descenso. Lo que no es justo es que se le quiera quitar en la mesa lo ganado en el terreno de juego o que también se favorezca con pito en mano.
Ojalá y se sancione el mal arbitraje, es lo menos que se puede pedir, el resultado definitivamente no cambia, tampoco se podrá anular el penal mal pitado, pero le corresponderá a la Junta Directiva hacer el reclamo correspondiente. El esfuerzo que jugadores están haciendo no puede verse ennegrecido por culpa de una mala interpretación arbitral de los hechos, juzgar como penal una supuesta mano fuera del área es imperdonable, pero lo es más, que tampoco se castigue al arbitro por el error cometido.
Hoy no hablaré sobre las acciones del partido, me queda la satisfacción del gran trabajo que están poniendo los jugadores de Águila, pero pesa más la sensación de saber que el resultado pudo ser diferente si la justicia en el partido se hubiera impartido como realmente corresponde.