Nuestro fútbol camina por un sendero oscuro y lleno de desconfianza. El tema de los amaños ha causado una repulsión inmediata a todo lo que tenga que ver con la Selección de Fútbol Mayor de parte de los aficionados; quienes nos sentimos traicionados y burlados por haber apoyado a un grupo de jugadores cuya motivación no era la de vestir la camisa azul y blanco Salvadoreña, sino, llenarse las bolsas con dinero mal habido.
Mientras este día se juega una fecha FIFA, -concluye el próximo martes-, nuestra Selección Nacional no verá acción, gracias a la suspensión de encuentros amistosos por parte de la Fesfut a causa de la investigación de los 22 jugadores acusados de la venta de partidos, pero sí habrá acción en nuestra liga mayor, con el desarrollo de la jornada 7 del Apertura 2013.
Si desde antes que salieran a la luz pública las acusaciones a los exseleccionados nacionales, el salvadoreño se dividía entre apoyar a su Selección a pesar de los resultados –buenos o malos; ahora, se podría decir que la gran mayoría hemos perdido la confianza, sobre todo porque esos “guerreros”, como algunos les llamamos, se vendieron por un manojo de billetes y dejaron por un lado el amor incondicional que los salvadoreños les profesamos, incluso en la derrota, incluso ahora que ya no estamos en un proceso Mundialista, cuando todo parece que irá peor de lo que esperábamos.
El panorama es difícil y recuperar la confianza casi destruida, se antoja muy duro, pero probablemente el aficionado entienda que la única forma de volver a creer en nuestra Selección es que se sancione a los que se encuentren culpables, sean jugadores, directivos o técnicos; pero ese es el primer paso; luego, que se defina un proceso transparente de selecciones, donde jueguen quienes se lo merezcan y se eviten las jerarquías no justificadas de aquellos jugadores que se sabe ya terminaron su ciclo en la Selección. Un proceso de limpieza en las estructuras es fundamental ahora que ya salió a la luz la podredumbre escondida debajo de la alfombra; trabajar con personas serias como dirigentes de la Federación que no tengan temor de investigar actitudes extrañas en jugadores y/o directivos. Tal vez sólo así la afición pueda volcarse nuevamente a apoyar a la mayor de fútbol, pero de no haber sanciones, no haber cambios en el entorno de las selecciones, entenderemos que no hubo interés alguno por mejorar y sacar lo malo que estaba matando nuestro fútbol.