Vestir la camisa azúl y blanco de nuestra Selección ha de ser motivo de orgullo para los jugadores, debería ser el máximo sueño por conseguir, y de hecho estoy seguro que muchos jugadores salvadoreños sueñan con algún día poder vestir la elástica nacional, jugar en el Cuscatlán ante el calor de la afición. Ser seleccionado nacional no solamente conlleva la responsabilidad de entregarse al todo por el todo, a doblegarse en esfuerzo, a dejar la vida en la cancha con tal de conseguir la victoria, el rechazo a la causa nacional significa traición y falta de compromiso, no sentirse salvadoreño y sean cuales sean las razones que le asistan al desertor, no se debería considerar un nuevo llamamiento en un futuro.
El jugador del Alianza Rudy Valencia que se retiró de la concentración de la preselección que se concentra con miras a la ya muy cercana Copa Uncaf, lejos de los motivos que le asistan para haber desertado, son injustificables, alegar “incomodidad” o el “sentimiento de no contar en los planes del Técnico Nacional” no solo demuestra la falta de madurez de un jugador que milita en la Primera División, si no también un rechazo feo a nuestra Selección Nacional, que para muchos de nosotros, es algo sagrado, algo a lo que no te puedes negar, salvo que en verdad los motivos sean de causa mayor y de imposible superación.
Considero que la FESFUT actuó bien al sancionarlo deportiva y económicamente, 8 meses de suspensión con la Selección, 2 partidos con Alianza más $1,200 que el jugador debe pagar, es una manera de demostrarle al jugador que la Selecta se respeta, a los compañeros se respeta y claro, también al Técnico que maneja al grupo y que se encuentra en pleno proceso de conformación, ésto solamente viene a descontrolar al grupo y crear inestabilidad en el ambiente de la Selección, pero en la medida de lo justo, es una sanción ejemplar para quienes en un futuro decidan negarse al llamado para defender los colores nacionales.