Lo del Rubin Kazan nuevamente demostró al mundo del fútbol, que muchas veces el orden táctico sobresale por encima del juego bonito, donde la técnica se destruye con el juego físico, los espacios se cierran y si un equipo no hace nada, pues tampoco dejará al otro hacer algo.
El Barcelona ha vivido en carne propia ésta situación en dos ocasiones y ante el mismo equipo, con la diferencia que la primera vez fue derrotado y ahora milagrosamente logró sacar un empate.
Pero en qué difiere un estilo de juego al otro? Simple, en que el Rubin no jugó a ganar, jugó a buscar el error, a defender su arco, a meter 8 jugadores en su área y en la contra, aprovechar los espacios que su rival le dejaba, no es un juego vistoso pero si comprobó que fue efectivo, y con ello le ganó la serie al Barcelona, le ganó en su casa y le sacó un empate como local -pudiendo sacar incluso la victoria-.
Mientras el Barcelona, que gusta por engolosinarse con el balón y marear a su adversario moviendo la pelota de un lado a otro, no encontró respuestas y quedó congelado, si ya la baja temperatura no lo consiguió, el resultado si lo hizo, y más aún a sabiendas que el Inter de Milán consiguió doblegar al equipo ucraniano del Dynamo de Kiev.
Jugar a ganar, lo probó el Barcelona, pero jugar y no dejar hacer nada lo hizo el Rubin, y casi, casi, le sale el negocio.