Se jugó el gran clásico del fútbol argentino entre River Plate y Boca Juniors y la verdad me quedé con un amargo sabor de boca, por una parte, siempre se espera un despliegue futbolístico enorme por parte de éstos dos conjuntos ya que a pesar de las carencias y de la ubicación en la tabla para uno y para otro, sucede siempre que la victoria se cuece para quien se deje la piel en la cancha, pero esta tarde, honestamente estos dos equipos dejaron mucho que pedir.
Ambos equipos salieron prácticamente a especular, a estudiarse en la cancha, amarrados tácticamente, en que ni uno ni otro accedía o decidía a seguir su estilo, o irse al ataque.
River se adelantó por intermedio del muñeco Gallardo que de tiro libre puso un gol fantástico lejos del alcance del Pato Abbondanzieri, no sin antes haber fallado un penal por parte del burrito Ortega, que fue detenido por el portero boquense.
En la segunda mitad, River se quedó con un jugador menos a los 2 minutos de haberse iniciado el complemento, tras la expulsión de Villagra, pero para no morirse de envidia por Boca también fue expulsado el paraguayo Cáceres, y a pesar de ello la balanza se inclinó un poco a favor de Boca, que logró su cometido de encontrar el empate en el minuto 63, quien más sino Palermo quien a taconazo de Riquelme se la dejó en la entrada del área, para que con un zurdazo descompuesto pero colocado batiera al meta Vega.
Al final un empate con sabor a poco para ambos equipos, que a simplevista al menos en lo que respecta a su ubicación en la tabla no sirve para nada.